Las series de Buster Brown y su perro

Desde los mismos inicios del cine, se utilizó este medio como una forma de llevar a la pantalla las manifestaciones más populares de otras formas narrativas: escenas de obras de teatro famosas, momentos especialmente recordados de novelas o de La Biblia y, por supuesto, adaptaciones de cómics. Hace un tiempo les hablamos del ejemplo de Foxy Grandpa y hoy trataremos las historias de Buster Brown y su inseparable perro.

buster brown

Este personaje de cómic a día de hoy ha quedado asociado en el imaginario americano a una marca de zapatos que se hizo con sus derechos para vincularlo a su producto Pero en el momento en que lo creó Richard Felton Outcault en 1902 éste era sencillamente el típico cómic en que un niño hace trastadas junto a su mascota.

En esos días de efervescente creatividad cinematográfica, en que los pequeños estudios de cine crecían de la nada y se buscaban ideas de cualquier sitio, a un astuto Thomas Alva Edison no se le escapó la idea de adquirir los derechos del cómic para rodar una serie de cortometrajes en la gran pantalla.

El primero que hemos puesto, Buster Brown’s Dog to the Rescue (1904), ya nos muestra por dónde van los tiros. El rescate al que alude el título no es algo especialmente heroico: simplemente los adultos no dejan a Buster Brown coger una caja de galletas y su perro se las consigue. De hecho, cada corto se basa en un número estilo circense que hace el can (en este caso subir unas escaleras y coger una caja).

Buster Brown and the Dude (1904) es quizá el más soso de todos por no incluir acrobacias de Tige el perro, quien de hecho se pelea con la mascota de otro hombre. Mi momento favorito es cuando el sombrero del transeúnte cae al suelo y podemos ver claramente cómo le hace un rápido gesto al perro para que lo coja, para luego acto seguido lamentarse de que el animal esté destrozándolo. No se molestaron mucho en disimular cómo están guiando los actos del perro.

Buster Brown Makes Room for his Mama at the Bargain Counter (1904) – me encantan esos títulos del cine de los orígenes que son un spoiler en sí mismos – es el más extravagante de todos. La idea es que Buster y su madre van de compras y, para evitar la cola espantosa que hay, Tige aparece y ahuyenta a las clientas. Lo que sucede es que la forma que tiene Tige de ahuyentarlas no es mordiéndolas o comportándose de forma amenazadora: sencillamente llega y empieza a dar unos simpáticos saltos en el aire que, extrañamente, asusta al grupo de mujeres. Se nota claramente que lo que buscaban estos cortos era ante todo exhibir las monadas que podía hacer el perro antes que guardar algo de coherencia con sus breves argumentos.

En Buster Brown and Tige put a Balloon Vender out of Business (1904) nuestros protagonistas pasan de la simple travesura a rallar en la delincuencia juvenil. Un vendedor y Buster tienen un altercado y el niño, como venganza, le manda a su perro Tige para que le haga soltar todos los globos, dejando al pobre hombre sin su humilde sustento para alimentar a su familia. No obstante es el más divertido de todos por ese desenlace en que aparecen varios perros de la nada a jugar con los globos.

Finalmente, Buster Brown’s Revenge on the Tramp (1904) nos augura un futuro poco prometedor para el muchacho, quien aquí se codea con un vagabundo dejándole entrar en su casa para darle de comer y, posteriormente, hacer que Tige lo ataque. Afortunadamente, en el mismo año en que se filmaron estos cortos, los cómics de Buster Brown pasaron a asociarse a la marca de zapatos Brown y Buster y su perro se enderazaron para convertirse en respetables miembros del gremio de publicistas (huelga decir que el siguiente vídeo es varias décadas posterior a estos cortos):

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