Cuando el Festival de Pordenone llega a su fin es bastante habitual que el asistente sufra una especie de jet lag. Tras tantos días dedicando la mayor parte de horas a estar encerrado en un teatro viendo películas mudas llega un punto en que uno se olvida de la realidad a la que luego deberá inevitablemente enfrentarse. El efecto desaparece aproximadamente cuando uno dejar de escuchar música de piano en su cabeza y se vuelve a acostumbrar a ver películas que, oh sorpresa, ¡tienen sonido! Aunque da algo de pena ver cómo el festival llega a su fin, después de todo supongo que tampoco es saludable estarse más de una semana en estas condiciones.
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Le Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2016 (III)
Una de las ventajas del Festival de cine mudo de Pordenone respecto a otros similares (como por ejemplo su competidor más directo, el de Bolonia, al que por otro lado también me encantaría ir), es que todas las películas se proyectan en un mismo sitio, por tanto no hay solapes.
No obstante, eso tiene un inconveniente: como es posible ver todo, el recién llegado al festival seguramente querrá cometer la locura de intentar ver realmente todo. No lo intenten. Al final uno acaba devorando películas por gula incapaz de disfrutarlas a causa del cansancio, a no ser que se ayude de ciertas sustancias poco recomendables.
La Cigarra y la Hormiga (Strekoza i muravey, 1911) de Vladislav Starewicz
Vladislav Starewicz es una de esas apasionantes figuras que acabó en el mundo del cine por puro accidente. Inicialmente su principal interés era la entomología (es decir, el estudio de los insectos), y de hecho trabajaba como director del Museo de Historia Natural de Kaunas (Lituania).
En cierta ocasión pensó que sería interesante grabar algunos cortos documentales sobre su comportamiento, e intentó filmar a dos escarabajos peleándose. Desafortunadamente, dichos animales son nocturnos, y era imposible captarlos usando la iluminación que requería una cámara de entonces. Como solución alternativa, Starewicz pensó que quizá sería más sencillo recrear él los movimientos de dos escarabajos muertos fotografiándolos paso a paso, una técnica que hoy día conocemos como stop motion. El resultado fue Lucanus Cervus (1910), su primera película de animación.
Symphonie Diagonale (1924) de Viking Eggeling
Aunque ya se mencionó por aquí en un post dedicado al cine absoluto, la Symphonie Diagonale (1924) de Viking Eggeling tiene suficiente importancia como para merecer una entrada para ella sola. Se trata de una de las primeras obras cinematográficas abstractas que se conservan, además del gran trabajo de Eggeling, un inquieto artista que había coqueteado previamente con el dadaísmo hasta que se empezó a interesar por el cine.
Pioneros de la animación: Quirino Cristiani
La historia del cine está repleta de pequeñas sorpresas, hombres desconocidos que hicieron una contribución nada desdeñable al medio pero que no han logrado trascender. El argentino Quirino Cristiani es uno de ellos, ni más ni menos que el autor del primer largometraje de animación de la historia y de la primera película animada sonora, dos motivos más que suficientes para que su nombre tuviera más reconocimiento
Le Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2015 (III)
Cuando uno tiene por delante toda una semana repleta de películas muy interesantes por ver, necesariamente se ha de hacer selección y renunciar a algunas. La norma más lógica es renunciar a las más fáciles de visionar fuera del festival, pero aun así servidor no puede resistir la tentación de saltarse esa regla acudiendo por ejemplo a la proyección de un film tan fácil de conseguir como La Máscara del Zorro (1920) o, el año pasado, El Tesoro de Arne (1919). ¿Por qué? En primer lugar porque en Pordenone la música en vivo que acompaña a las películas suele ser muy buena, que ya es más de lo que podemos decir de algunas ediciones en DVD que circulan por ahí. Y en segundo lugar, en el caso de la película de Stiller, por la experiencia de verla en pantalla grande (aún recuerdo lo mucho que me impresionó), y en el de Fairbanks por ser el tipo de película que se agradece ver rodeado de más gente que comparte el mismo entusiasmo. Quizá este Doctor debería emplear esa hora y media en reposar un poco de tanta película y tomar el aire pero, ¿cómo resistirse a la tentación?
Le Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2015 (II)
Una de las grandes virtudes del Festival de Cine Mudo de Pordenone para aquellos locos que sentimos una fascinación especial por el cine mudo es que ofrece una programación repleta de títulos fuera de lo común. Este año tenemos por ejemplo un ciclo dedicado a Sinfonías de Ciudades, pero no solo queda fuera la famosa Berlín, Sinfonía de una Ciudad (1927), sino otras sinfonías que sin alcanzar el estatus de esa obra maestra son más o menos conocidas por los seguidores del cine mudo, como Manhatta (1921) de Paul Strand. Lo mismo sucede con el programa dedicado a comedias soviéticas, donde no hay ni rastro del director más recordado del género, Boris Barnet. En otras ocasiones, cuando se programa un film conocido, el aliciente está en la nítida calidad de la copia presentada y en el excelente acompañamiento musical en vivo.
Todo esto queda puesto de manifiesto, como veremos a continuación, desde el primer día del Giornate del festival.
Pioneros de la animación: Raoul Barré
Hoy le dedicamos una entrada al franco-canadiense Raoul Barré, uno de los primeros pioneros en destacar en la animación cinematográfica primitiva. Se asoció con William C. Nolan y realizó una serie de cortometrajes animados para la compañía Edison entre 1912 y 1913 hasta que al año siguiente ambos formaron su propio estudio: Barré-Nolan Studio, dedicado únicamente a la animación en una época en que este tipo de cine todavía estaba en desarrollo. En el seno de ese estudio produjeron una serie llamada Animated Grouch Chaser que tuvo bastante éxito en su momento. Además, en su equipo contaban con gente como Gregory La Cava (futuro director de cine), Frank Moser, Dick Huemer o Pat Sullivan.
Pioneros de la animación: John Randolph Bray
John Randolph Bray es otro de los grandes nombres de los inicios de la animación cinematográfica en Estados Unidos. Nacido en 1879, se había hecho famoso como caricaturista hasta que decidió probar suerte en el mundo del cine emulando a Winsor McCay, del cual tomó muchas de sus técnicas de animación y luego las patentó adjudicándoselas a sí mismo, demostrando que desde luego no tenía muchos escrúpulos (para descubrir sus trucos como animador, fue a visitarle a su estudio haciéndose pasar por un periodista y le formuló todo tipo de preguntas al incauto McCay, que cayó en la trampa).
Una de sus primeras obras, The Artist’s Dream (1913) llamó la atención de Charles Pathé consiguiéndole un contrato con éste. Se trataba de un corto simpático aún bastante primitivo pero con mucho encanto, combinando imagen real y animación bajo el pretexto de un dibujante cuya creación (un perro animado) adquiere vida cuando se aleja del lienzo.
El cine absoluto: la vanguardia en busca de un «cine puro» (I)
Hoy día ya tenemos asimilado el cine como un medio destinado principalmente a contar historias, pero en las primeras décadas de su existencia muchos se preguntaban si quizá no debería emplearse para otros fines, si el cine no podría aspirar a ser otra forma de arte desvinculada del teatro o la novela. ¿Por qué emplear la cámara únicamente para volver a lo mismo que habían estado haciendo la literatura y el teatro durante siglos? ¿Por qué no aprovechar sus cualidades plásticas para una nueva forma de creación artística? Este debate es el que surgió alrededor de lo que se podría conocer como cine absoluto o puro. Pero antes deberíamos ponernos en contexto.