Recordando otras pandemias del pasado: cómo la gripe española de 1918 afectó a Hollywood

Nuestros lectores más veteranos que pertenezcan a la generación del Doctor Caligari sin duda tendrán la sensación de que la pandemia que estamos viviendo últimamente les resulta familiar. Y es que aquellos de nosotros que ya estábamos activos en la era muda aún recordamos la que fue una de las pandemias más devastadoras de la era contemporánea: la gripe española, que entre 1918 y 1920 llegó a infectar a 500 millones de personas (una cuarta parte de la población mundial) y que mató entre 17 y 50 millones de personas, cobrándose más víctimas que la I Guerra Mundial. No es la intención de este Doctor despertar dolorosos recuerdos entre aquellos de nuestros lectores más ancianos, pero sí que le ha parecido interesante dedicar un post para relatar cómo afectó al mundo de Hollywood, ya que quizá encuentren algunos interesantes paralelismos a la situación actual aunque (por suerte) la pandemia que estamos sufriendo hoy día no sea tan devastadora.

De entrada quizá convendría contextualizar un poco. Pese a su nombre, la gripe española no tuvo su origen en España. En realidad se la bautizó así por un motivo de lo más curioso: cuando empezó a causar muertes de forma masiva muchos países se hallaban enfrascados en la I Guerra Mundial y, para no bajar más aún la moral de una población de por sí hundida tras tantos años de muertes y atrocidades en las trincheras, se escondió al gran público los efectos devastadores que estaba teniendo esa enfermedad. España no tenía motivos para esconder dicha noticia, ya que era un país neutral en dicha contienda, y por tanto la prensa del país se hizo especial eco de lo que estaba sucediendo, sobre todo cuando el rey Alfonso XIII contrajo también la enfermedad. Eso dio la impresión en el exterior de que la enfermedad había empezado a cobrar fuerza sobre todo en dicho país, lo cual provocó que se la bautizara popularmente con ese nombre.

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Hace 100 años: las mejores películas de 1920

Amigos lectores, un año más vuelve el post que todos estaban esperando: el tradicional repaso del Doctor Caligari a los mejores filmes que este año cumplen un siglo o, dicho de otra manera, las mejores 15 películas de 1920 (si quieren consultar los listados de otros años, los tienen abajo del todo). El cambio de década, como ya sabrán, marcaría la entrada a la edad de oro de la era muda. Después de que a finales de los años 10 el cine acabara de consolidarse al encontrar su lenguaje cinematográfico propio, los años 20 supusieron su eclosión definitiva. Lo que hace que el cine de esta década sea tan fascinante es ver cómo tantos grandes cineastas explorarían, cada uno a su manera, las posibilidades de una forma de arte que todavía estaba por ver cuánto daría de sí. Era aún terreno nuevo por explorar.

Así pues uno de los hechos más significativos de este 1920 sería el surgimiento del cine expresionista, al cual le seguirían otras tendencias vanguardistas que iremos viendo en próximos años. Eso conllevó entre otras cosas la entrada con fuerza de Alemania como uno de los países más potentes a nivel cinematográfico del mundo, algo que queda bastante claro en el listado que hemos elaborado. En paralelo, nuestros amigos los suecos seguían ofreciendo algunas de las películas más interesantes del momento, entre las cuales notarán que he omitido un clásico en mayúsculas en mi listado: Erotikon (1920) de Mauritz Stiller, que si bien fue una obra muy exitosa e importante (fue uno de los filmes que empezó a establecer las reglas de las comedias sofisticadas), no se encuentra entre mis favoritas.

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100 años de la fundación de la United Artists

Una de las efemérides cinéfilas más interesantes de este año es el centenario de la fundación de la United Artists, una compañía que nació como un sueño de algunos de los principales artistas de Hollywood de la época y que luego tuvo una vida más bien agitada a lo largo del tiempo. Aquí nos centraremos principalmente en sus orígenes y en la relación entre los principales instigadores de esta idea: Charles Chaplin, Douglas Fairbanks, Mary Pickford y D.W. Griffith.

A finales de los años 10 ellos eran los creadores de algunas de las películas más exitosas del mundo, por descontado todas realizadas en el seno de algún estudio de Hollywood que, aunque les pagaba unos sueldos enormes, era quien controlaba sus filmes. La primera idea de lo que sería la futura United Artists empezó a cobrar forma muy probablemente en el tour que dieron por todo el país en 1918 Chaplin, Fairbanks y Pickford para recolectar bonos para la I Guerra Mundial. Por aquel entonces Fairbanks y Pickford ya estaban profundamente enamorados, mientras que Chaplin tenía muy buena relación con la pareja, especialmente con Doug. La idea de asociarse tres personas de innegable talento que tenían una buena relación entre sí debía ser tentadora, pero al poco tiempo surgió una circunstancia que les animó a dar el gran paso.

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Hace 100 años: las mejores películas de 1919

Como nuestros lectores más veteranos ya sabrán, una de las tradiciones anuales de este rincón silente es dedicar un post a las mejores películas que se estrenaron justo hace 100 años (abajo del todo tienen los links a ediciones anteriores). Así pues, mientras las webs que siguen la actualidad cinéfila compartirán en unos meses las listas de mejores estrenos del 2019, el ilustre Doctor Caligari en cambio rescatará de sus viejos archivos el top que elaboró en el ya lejano 1919 y que compartió en el cineclub que frecuentaba por entonces las noches que no estaba de juerga en un cabaret en compañía de su inseparable Cesare.

Nos encontramos pues a solo un año del cambio de década decisivo en el que se encuentran la mayor parte de clásicos de la era muda. A causa de ello y de que la finalidad de estas listas no es tanto ser selectivas como dar a conocer títulos, en esta ocasión el Doctor Caligari ha decidido ampliar el Top10 a los 15 mejores filmes de 1919, para no dejar fuera algunas obras también dignas de mención. Pero antes de pasar a la lista, hagamos un repaso a algunos datos importantes sobre 1919 a nivel cinematográfico.

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Cabiria (1914) de Giovanni Pastrone

En los años 10, la industria italiana fue una de las primeras que empezó a atreverse con grandes producciones espectaculares como El Infierno de Dante (1911), Quo Vadis (1912) o, la más famosa de todas, Cabiria (1914).

Desde el principio Cabiria fue concebida como la película más grande hecha hasta entonces: se tardó dos años en producirla, su presupuesto llegó a la por entonces increíble suma de un millón de liras y su duración era inusitadamente larga (tres horas en su primer montaje, en una época en que los largometrajes todavía estaban en fase de asentarse). Sin duda, se trataba de uno de los proyectos más ambiciosos de las primeras décadas del cine.

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50 años de The Parade’s Gone By, el libro que rescató el cine mudo del olvido

Sidney Franklin era uno de esos muchísimos directores caídos al olvido a los que Kevin Brownlow (un veinteañero entusiasta del cine mudo y precoz coleccionista de películas) contactó en los años 60 para concederle una entrevista. La respuesta que daban esas viejas glorias ante la petición de responder a unas preguntas sobre su trabajo en el cine décadas atrás era de lo más variada: los había que estaban encantados ante la idea, otros (la mayoría) simplemente extrañados, algunos eran muy reticentes. Franklin pertenecía a este último grupo, pero tras la insistencia que parecía poner ese joven británico al otro lado del teléfono accedió. Inicialmente el encuentro fue un poco frío, era obvio que al ex-director no le gustaban las entrevistas y respondía a las preguntas de forma un tanto breve o forzada. Para desencallar un poco la situación, Brownlow decidio describirle algunas de sus películas explicándole por qué le parecían tan interesantes y dando todo lujo de detalles que demostraban que no solo era un experto conocedor de la materia sino, lo más importante de todo, un fan. A partir de ahí el ambiente se volvió mucho más cálido y amigable: Franklin entendió que estaba hablando ante alguien que de verdad admiraba su obra y finalmente no pudo más que decir: «¡No sabía que fuera tan bueno!«. Puede parecer extraño, pero parte de la labor que Kevin Brownlow llevó a cabo durante toda esa serie de entrevistas fue hacer darse a cuenta a todas estas personas que las películas mudas que hicieron eran realmente filmes fantásticos de los que sentirse orgullosos.

Pongámonos en situación: en los años 60 el cine mudo era un periodo absolutamente desprestigiado y apenas tenido en cuenta más allá de un par de títulos obligatorios (los clásicos de Chaplin o El Acorazado Potemkin). Este tipo de filmes eran vistos en general como algo desfasado y superadísimo, una especie de pinturas rupestres del séptimo arte que estaban bien como curiosidad histórica para saber de donde veníamos pero que difícilmente podían compararse con las verdaderas joyas del cine, las que se realizaron a partir del sonoro. Parte de la culpa vino de una industria que ante el invento del sonido tiró hacia adelante sin compasión, olvidando con un gesto despectivo su pasado mudo. Pero también hay que tener en cuenta que en los años 60 las películas mudas que podían verse eran, en la mayoría de casos, versiones de una calidad pésima (¿restauraciones? ¡ja!), a menudo cruelmente mutiladas y proyectadas a una velocidad incorrecta que hacía que los personajes parecieran cómicos moviéndose demasiado rápidamente. Ponerse a reivindicar el cine mudo en este contexto era casi el equivalente a predicar en el desierto, y ésa era una tarea que solo podía llevar a cabo alguien con un entusiasmo y una verdadera convicción por la causa silente. Y Kevin Brownlow era esa persona.

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Los inicios del suspense cinematográfico: Le Médecin du Château (1908) y The Lonely Villa (1909)

Como ya sabrán muchos de ustedes, a la hora de abordar las primeras décadas de la historia del cine el nombre que más suele repetirse como el gran innovador del medio y el que lo convirtió en lo que es hoy día es D.W. Griffith. Es cierto que a veces se exagera su importancia (la afirmación de Lillian Gish de que Griffith fue literalmente el que inventó el cine es una barbaridad, pero resulta comprensible dada la franca admiración que sentía por él tras haber trabajado tantos años juntos), del mismo modo que también lo es que se ha dejado de lado a otros cineastas contemporáneos suyos que contribuyeron con su granito de arena, pero no podemos negar que realmente Griffith estaba muy por encima de casi todos los cineastas de su momento. Si a alguno de ustedes eso no le parece tan obvio como parece, la mejor manera de comprobarlo es comparando sus películas con otras realizadas en la misma época. Hoy les vamos a proponer un ejemplo a través de dos cortometrajes, empezando por Le Médecin du Château (1908), también conocido como The Physician of the Castle (1908):

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Le Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2018 (II)

6 de octubre – Cuando Lotte Reiniger hacía anuncios de Nivea

Las primeras proyecciones del festival siempre se me hacen un poco extrañas. Quiero decir, la ceremonia de inauguración, donde se presenta el evento y se nos da la bienvenida, es el sábado por la noche. De modo que las sesiones que hay ese mismo sábado por la tarde, antes de que se haya inaugurado oficialmente el festival, siempre me han parecido un poco que están en tierra de nadie, pero deben ser tonterías de este Doctor.

Ah, no hay nada como reencontrarse de nuevo con el Teatro Verdi después de un año (su olor, sus butacas demasiado estrechas para la gente de piernas largas, el timbre avisando del inicio de cada sesión…). Me encantan las primeras proyecciones de cine primitivo de Pordenone, cuando uno todavía no se ha habituado al estilo y las convenciones de ese tipo de obras y las recibe con cierta frescura. Con esto no digo que más adelante uno se canse de ver películas mudas (¿qué clase de monstruo se cansaría de ver cine mudo?) sino que tras varios días de empacho silente llega un momento en que uno se acostumbra a los tics y el estilo de estas obras viéndolos casi como algo normal, y no con la fascinación inicial que nos suscita ese tipo de cine y que se hace patente sobre todo en las primeras sesiones a las que uno asiste.

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Le Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2017 (II)

29 de septiembre

Este año el Dr. Caligari decidió asistir a la proyección gratuita que sirve como prólogo al festival y que tiene lugar en el Teatro Zancanaro de Sacile, un pueblo (muy bonito por cierto) a solo unos kilómetros de Pordenone. En este caso se trataba ni más ni menos que de una de las obras cumbre del cine silente, El Viento (1928) de Victor Sjöstrom, con una orquesta en vivo interpretando una excelente banda sonora compuesta para la ocasión por Günter A. Buchwald. Para sorpresa de los organizadores, el teatro estaba tan lleno que tuvieron que abrir los palcos superiores (de hecho había gente haciendo cola una hora antes… ¡Sjöstrom arrasando en Sacile!).

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¿Y usted, dónde estaba en 1916?: cineastas que participaron en Intolerancia (1916)

In this 1913 publicity image released by TCM, G.W

Mientras preparaba el año pasado el post dedicado a El Nacimiento de una Nación (1915) este Doctor se sorprendió una vez más de cuántos futuros directores y actores de renombre empezaron trabajando con D.W. Griffith. En el caso de dicho filme los dos ejemplos más claros eran John Ford y Raoul Walsh, pero habría muchos más casos a mencionar.

Si ese fenómeno ya era patente en su primer gran largometraje épico, en Intolerancia (1916) directamente ya es algo exagerado. A uno le tienta incluso lanzar alguna afirmación sobredimensionada como que todos los futuros grandes nombres del Hollywood de la década siguiente empezaron de alguna forma directa o indirecta con Griffith. Y si bien eso no es cierto, es innegable que pocas veces un solo cineasta ha conseguido influir de forma tan poderosa en tantos otros futuros creadores.

El propósito de este post es pues recopilar algunos de los grandes nombres que se vieron involucrados en Intolerancia, ya sea como actores en papeles pequeños o como asistentes de dirección. Lo interesante de la lista es comprobar cómo diferentes personas que siguieron carreras tan distintas entre sí coincidieron en iniciarse en el mundo del cine gracias a Griffith y, por tanto, sea cual sea el camino que tomaron, de alguna forma se vieron influenciados por él. Puesto que la lista sería larguísima, he descartado a aquellos que ya eran estrellas consagradas (por tanto, nada de Mae Marsh o Lillian Gish) y me he decantado más bien por futuras estrellas o directores de renombre que en este film todavía no se habían dado a conocer. No están todos los nombres posibles para no alargar aún más la lista, así que si echan en falta alguno de importancia, no duden en contactar con Herr Caligari.

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