Las XXIII Jornadas de Cine Mudo de Uncastillo «Ino Alcubierre» 2025

Nos encontrábamos en medio de una terrible ola de calor que había llegado hasta nuestro rincón silente y Cesare ya estaba preparando el bañador y el flotador para ir a la playa, cuando le recordé que teníamos un compromiso esos días: acudir a las XXIII Jornadas de Cine Mudo de Uncastillo «Ino Alcubierre». La idea no pareció convencerle, pero cuando le dije que el tema de este año era «Luces y sombras», que ciertamente es muy del gusto de una criatura expresionista, cambió de parecer y preparó enseguida las maletas para un fin de semana en Uncastillo. La idea de las sombras de hecho se prolongaba más allá de las sesiones cinematográficas, ya que contó con una exposición de Karishma Chugani llamada Cortège, así como un taller de títeres de sombra realizado en compañía de Iris Pérez y David Martínez del Teatro Bobó. Los otros dos grandes temas de esta edición eran el 130º aniversario del nacimiento de Buster Keaton y el 125º de Luis Buñuel. ¿Cómo resistirse?

De hecho fue Keaton quien dio el pistoletazo de salida a las jornadas con el cortometraje Buenas Noches, Enfermera (Good Night, Nurse!, 1918) de Roscoe Arbuckle, que se proyectó en la Residencia Virgen de San Cristóbal con acompañamiento de Jaime Lapeña al violín e Iris Pérez ejerciendo de explicadora. Ha sido todo un detalle por parte de las jornadas que hayan decidido homenajear a Keaton recordando sus inicios en el cine trabajando como secundario para Arbuckle, su gran mentor y uno de los cómicos más importantes de la era muda. Ciertamente, Buenas Noches, Enfermera es una muestra del enorme talento de Arbuckle y de lo mucho que influenció a Keaton. Es una comedia rápida, ingeniosa y que demuestra el talento que tenían para el humor físico tanto él como su «discípulo». Resulta además curioso ver a Keaton antes de llevar a la pantalla su alter ego inexpresivo «carapalo», es decir, actuando de forma expresiva. No parece él salvo por su prodigiosa capacidad para protagonizar caídas y saltos inverosímiles. Con el tiempo, Keaton perfeccionaría su personaje y su forma de actuar ante la cámara.

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Hace 100 años: las mejores películas de 1924

Ahora que tantos medios comenzarán a agobiarnos con las clásicas listas de mejores filmes del año es el mejor momento para ofrecerles la lista que realmente le interesa a la comunidad cinéfila: la de mejores películas que cumplen 100 años este 2024 o, en otras palabras, las mejores películas de 1924.

Como verán, el panorama cinematográfico mundial estaba mejor que nunca, con grandes filmes de países y estilos muy diferentes, si bien empiezan a notarse cambios respecto a años precedentes: el consabido expresionismo alemán ofrece aquí ya las últimas grandes obras del género y la escena escandinava no tardará en perder a sus dos mayores talentos. A cambio, Francia está en plena ebullición tanto en lo que respecta a las vanguardias como por una generación de cineastas que saben utilizar elementos expresivos de esos movimientos más experimentales pero adaptados a filmes narrativos. Al no querer incluir cortometrajes se quedaron fuera de mi lista títulos tan imprescindibles como Ballet Mécanique (1924) de Fernand Léger y Dudley Murphy, Entr’acte (1924) de René Clair  o Symphonie Diagonale (1924) de Viking Eggeling. No me lo tengan en cuenta, es una forma de no hacer esta selección aún más compleja.

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Le Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2024 (IV)

 
Autor: Valerio Greco

10 de octubre – En que se dan cita dos de los más grandes nombres de la comedia cinematográfica y un fox terrier

Sabes que va a ser un buen día en Pordenone cuando empiezas la jornada con un corto en que aparece un fox terrier esquiando y luego tienes una película de Lubitsch que aún no habías visto. Als de Winter Komt es uno de los cortometrajes de autoría desconocida que se proyectaron hoy. Se sospecha que es de 1921 y básicamente tiene como narrador a un fox terrier que explica lo bien que se lo pasa en invierno con su familia y, sobre todo, su dueña Mary. Es un corto encantador, tanto por la belleza de esas imágenes nevadas como, claro está, por su protagonista. Y para los que sean sensibles con la forma como se trata a los animales actores, en este caso nuestro fox terrier se nota que se lo está pasando genuinamente bien brincando por la nieve y caminando con unos zapatitos que le han comprado para que no pase frío en las patas en estas fechas.

El otro corto que vimos hoy sin identificar es una simpática comedia, Las Horas del Asistente, que se sospecha que debe datar de alrededor de 1915 y probablemente provenga de Francia o Italia. Explica todas las tareas que debe llevar a cabo durante un día el ayudante de un oficial, y la gracia está en que va alternando planos de un reloj que marca una hora concreta con la diferente tarea que el pobre hombre tiene que llevar a cabo.

Crédito: Eye Filmmuseum

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Le Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2023 (IV)


Imagen: Valerio Greco

12 de octubre – Escalaré la montaña más alta

En ciertos aspectos soy una persona de gustos bastante simples. A mí pónganme una película alemana de montañeros con unos personajes pasmosamente simples, un argumento resumible en un par de frases, bonitos paisajes y esa forma de entender la naturaleza tan intensamente germánica y ya me tienen contento. Arnold Fanck era el director por excelencia de ese género tan peculiar llamado «bergfilm» o filmes de montaña, que gozaron de una enorme popularidad en la era muda. Estas películas constaban de tramas bastante sencillas que servían de excusa para mostrar escenas de escalada y tratar el tema de la relación entre el hombre y la naturaleza. La gracia era que no había trucajes: todo lo que se veía en las películas es real, y por ellos los actores a menudo eran alpinistas profesionales y los rodajes resultaban bastante difíciles.

La Montaña del Destino (Der Berg des Schicksals, 1924) fue la primera película de ficción de Fanck después de haber filmado algunos documentales, y es la que marcaría las pautas a seguir en futuros «bergfilm». El mínimo argumento nos habla de un alpinista obsesionado con ser el primero en llegar a la cima del Guglia en los Alpes y que muere en el intento. Años después su hijo es un experto escalador pero que se niega a intentar hacer ese pico por motivos obvios. No obstante, su novia, también una alpinista nata, se muestra extrañamente insensible y se enfada con él por no atreverse a emprender tamaña aventura tildándole de cobarde. Las circunstancias, no obstante, le obligarán a enfrentarse a su miedo.

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Le Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2022 (II)

Crédito: Museum of Modern Art, NY / Le Giornate del Cinema Muto. Diseño gráfico: Calderini – Marchese

Bienvenidos a Ruritania

Como el principal ciclo de este año está dedicado a un concepto que creo que muchos de ustedes desconocerán, he pensado que sería interesante explicarlo lo más brevemente posible antes de entrar en materia. Ruritania es el país imaginario en que se ambienta El Prisionero de Zenda (1894) de Anthony Hope. Lo que sucede es que la novela tuvo un éxito tan espectacular que el concepto de Ruritania se acabó reutilizando en multitud de libros y películas de la época. Según el director del festival se calcula que hay al menos 200 filmes de la era muda ambientadas en dicho país, y eso teniendo en cuenta que aún se están buscando y añadiendo más a la lista.

En la novela original nunca se especifica dónde está ese extraño paraje europeo, pero enseguida acabó asociándose al territorio de los Balcanes. En aquellos años dicha zona estaba constantemente apareciendo en la prensa por sus problemas políticos, y en el imaginario popular se asociaba a un territorio que representaba la vieja Europa: belicosa, inestable y regida por monarquías a punto de caer por grupos revolucionarios. Si atraía tanto al público es porque evocaba unos tiempos teóricamente pasados para los países que habían entrado en la modernidad del siglo XX, pero también por el temor que suscitaban esos territorios. De hecho, en la mayoría de películas y libros sobre Ruritania suele ser un inglés o americano (según el caso) el que acaba involucrado en este conflicto y salva la situación. Es decir, acaba siendo el mundo moderno quien acude al rescate.

Por último hay otro factor muy importante para explicar la conveniencia de utilizar el concepto Ruritania desde el punto de vista de los productores: la comodidad de poder ambientar las películas en un país inexistente facilitaba su distribución sin miedo a ofender a nadie. Al público le gustaba y ninguna monarquía podría enfadarse porque hicieran películas sobre ellos. Era perfecto para todos.

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90 años de la primera proyección de Un Perro Andaluz (Un Chien Andalou, 1929) de Luis Buñuel

Hoy hace exactamente 90 años tuvo lugar la primera proyección de una de las obras más importantes de la historia del cine. Era en Le Studio des Ursulines y se trataba de un doble programa de dos cortos donde paradójicamente la obra perteneciente a un cineasta debutante y absolutamente desconocido eclipsó por completo al supuesto filme principal de la noche. Su autor era un aragonés que según dice la leyenda asistió al estreno con los bolsillos llenos de piedras para arrojárselos a la audiencia en caso de que abuchearan su obra. Se trataba de Un Perro Andaluz (1929) y su creador era Luis Buñuel en colaboración con el pintor Salvador Dalí. Para homenajear la que acabó siendo la gran obra del movimiento surrealista, hemos decidido ofrecerles todos los pormenores relacionados con su gestación incluyendo varios testimonios de los implicados. Pónganse cómodos y disfruten, éste va a ser un post largo pero el tema vale la pena.

A principios de los años 20 Luis Buñuel había ido a cursar estudios universitarios a Madrid, y en la Residencia de Estudiantes trabó amistad con bastantes jóvenes que también seguirían una carrera artística, especialmente Salvador Dalí y Federico García Lorca. En aquellos años nuestro protagonista empezó también a mostrar inclinaciones artísticas pero tuvo que aceptar que no tenía talento para la pintura o la poesía como sus compañeros. En cambio, empezó a mostrar un interés cada vez mayor por el cine, sobre todo a raíz del expresionismo alemán y películas como Las Tres Luces (1921) de Fritz Lang, y al poco tiempo se marchó a Francia donde empezó ejerciendo pequeños trabajos para el cineasta Jean Epstein. Cuando rompió su relación con Epstein éste le advertiría «Tenga cuidado. Advierto en usted tendencias surrealistas. Aléjese de esa gente«. Por suerte no seguiría su consejo.

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Mujeres directoras en la era muda

En los últimos años hemos estado asistiendo a una más que necesaria reivindicación del papel de la mujer en el cine, especialmente de aquellas cineastas que consiguieron abrirse paso en una industria que históricamente ha estado dominada por hombres en algunos de sus roles más importantes (el de director y productor). Este pequeño rincón dedicado al cine mudo no quiere ser menos, y por ello el Doctor Caligari ha decidido escribir un artículo recordando a algunas de las directoras más remarcables de estos primeros años.

De entrada un dato que puede parecer chocante: en la era muda había más mujeres trabajando en la industria del cine que en cualquier otra época posterior. ¿Cómo puede ser que hubiera tantas directoras en los años 10 y 20 pero que en los años 30 y 40 cueste encontrar ni que sea ejemplos sueltos de realizadoras femeninas? El motivo es más que probablemente el hecho de que en las primeras décadas del cine imperaba una especie de caos que facilitaba esta situación. Y no solo en lo que respecta a las mujeres que pasaron a la dirección, si indagan un poco descubrirán que en la era muda resultaba de lo más normal que muchos actores dirigieran también algún que otro film (teniendo a veces como consecuencia que el actor en cuestión decidiera quedarse en su rol de director, como es el caso de Frank Borzage, Ernst Lubitsch o Tod Browning entre muchos otros), algo que en las décadas siguientes se volvió mucho más raro. En definitiva, en los años 10 y 20 no era demasiado difícil para un profesional del cine tener la ocasión de dirigir algún que otro film y, si la cosa funcionaba, especializarse en ese rol. Cuando en los años 30 se estandarizó el sistema (sobre todo en Hollywood con el sistema de estudios) los roles se volvieron más inamovibles y la lógica de la industria alejó a las mujeres de un puesto de poder tan importante como el de directora.

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Le Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2017 (III)


Imagen cortesía de Valerio Greco

A lo largo de esta semana, hay ocasiones en que este Doctor siente la tentación de sentarse en algunas proyecciones en la primera fila del Teatro Verdi para poder de vez en cuando asomarse y mirar a los excelentes músicos en acción acompañando al filme. Este año de hecho Herr Caligari se ha escapado a alguna de las «Masterclasses» que se imparten durante el festival, en que músicos expertos en acompañar películas mudas enseñan a otros más jóvenes cómo llevar a cabo este meritorio trabajo. Recomiendo a los asistentes a Pordenone que se escapen algún día para asistir a esas clases, no solo por su valor musical, sino porque en ellas sobre todo se discute de cine, de los detalles que permiten a los músicos ir descifrando sobre la marcha cómo funciona la narrativa de los films e ir adaptando la música a su contenido. Es una experiencia altamente estimulante.

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Sinfonías de ciudades

Uno de los géneros más interesantes y enteramente propios de la era muda son las conocidas como sinfonías de ciudades. Bajo este término se designan documentales que retratan el día a día de una ciudad pero no siguiendo la estructura típica de un documental, sino de una forma más abierta o poética. La finalidad no es tanto retratar la ciudad en cuestión como utilizarla para hacer una sinfonía visual, de ahí que sea un género tan prototípico de la era muda muy ligado además al cine absoluto y a su concepción del cine como una forma visual pura, sin argumento.

En las dos últimas ediciones del Festival de Pordenone parte del programa estuvo dedicado a sinfonías de ciudades (pueden ver aquí el índice de mis aventuras en dicho festival el 2015 y el 2016) y creo que este año habrá incluso una tercera parte, lo cual nos demuestra que más allá de los títulos más famosos hay muchas obras por descubrir. Por otro lado, el hecho de que en ambas ediciones fueran de los programas favoritos del público demuestra que las sinfonías de ciudades constituyen un género que sigue siendo de interés hoy día por su estilo tan libre y fresco. Así pues, el Doctor Caligari les propone un acercamiento introductorio a este tipo de cine con una selección de sus quince sinfonías de ciudades favoritas.

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Symphonie Diagonale (1924) de Viking Eggeling

Aunque ya se mencionó por aquí en un post dedicado al cine absoluto, la Symphonie Diagonale (1924) de Viking Eggeling tiene suficiente importancia como para merecer una entrada para ella sola. Se trata de una de las primeras obras cinematográficas abstractas que se conservan, además del gran trabajo de Eggeling, un inquieto artista que había coqueteado previamente con el dadaísmo hasta que se empezó a interesar por el cine.

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