El pasado 26 de febrero fue una fecha especialmente importante para este Doctor: se cumplían exactamente 100 años del estreno de su biopic, El Gabinete del Doctor Caligari (1920), dirigido por Robert Wiene. ¡Cómo pasa el tiempo! ¡Y parece que fue ayer cuando un servidor acudió al estreno ataviado con sus mejores galas mientras intentaba tranquilizar al productor Rudolf Meinert sobre el futuro comercial de esta película! Después de todo, ¿cómo podría no funcionar en taquilla un filme protagonizado por alguien tan carismático como yo?
En circunstancias normales le dedicaríamos en este rincón silente un especial como Dios manda a esta obra maestra del cine. Pero no lo vamos a hacer por un motivo muy simple: ya realizamos un extenso especial en cuatro partes hace un par años que les invitamos a leer si no lo han hecho. Pero como no podía dejar escapar una fecha tan especial sin dedicarle unas líneas a esta obra maestra he decidido dedicarle un post resaltando tres de los motivos por los que es una de las películas más importantes de la historia y tres de mis escenas favoritas del filme. Espero que con esto contribuya a darles ganas de revisionar esta maravilla cinematográfica.
¿Por qué es El Gabinete del Dr. Caligari una de las películas más importantes de la historia?
1) Fue uno de los filmes capitales en romper con la tendencia hacia el realismo.
A medida que el cine fue adquiriendo mayor soltura narrativa en los años 10 su tendencia fue encaminarse hacia un estilo más realista o, mejor dicho, lo que se entendía por entonces como realista. En el cine primitivo el principal punto de interés estaba en impactar al espectador y las películas no pretendían ser verosímiles y creíbles, sino más bien artefactos de entretenimiento muy vinculados en cuanto a estilo con el mundo del vodevil. A medida que cineastas como D.W. Griffith tomaron el teatro realista y la novela del siglo XIX como puntos de referencia se puso un cuidado cada vez mayor hacia el contenido de las películas, procurando que las historias y los personajes resultaran más creíbles para que el espectador empatizara con ellos y que los decorados parecieran realistas.
Aunque algunos cineastas como Maurice Tourneur seguían luchando por mantener el cine en el mundo de lo ilusorio y fantasioso – véase El Pájaro Azul (1918) – fue Caligari la película que más claramente rompió con esta tendencia proponiendo firmemente un nuevo camino: un cine que se apartaba de lo real y proponía utilizar la pantalla como un lienzo en que el cineasta podía dibujar sus sueños… y pesadillas. Otros cineastas seguirían este camino atreviéndose a experimentar con estéticas menos realistas y más expresivas, como puso de manifiesto todo el film noir americano de los años 40.
2) Es una de las primeras películas que se conocen con un giro final
Mis fieles lectores ya sabrán lo reticente que soy a otorgar a ningún filme o cineasta el título de «ser el primero que…», porque si algo me han enseñado tantos años investigando sobre cine mudo es que uno siempre acaba encontrando otros precedentes. No obstante, aunque en la era primitiva se pueden encontrar cortometrajes que ofrecen al espectador una sorpresa final, no tengo constancia de ningún largometraje anterior a Caligari en que se use de una forma tan radical el concepto de giro final basándose en la técnica del «narrador sospechoso», desbaratando todo lo que hemos visto y dándole un nuevo significado a toda la película.
Si se ponen en el lugar de los espectadores de la época entenderán aún más lo impactante que debía ser para ellos la revelación final de la historia. Hoy día este tipo de finales nos parecen incluso un cliché, pero en 1920 era algo totalmente nuevo para el público, una inesperada sorpresa en el último momento que les obligaba a repensar todo lo que habían visto con otros ojos. De hecho resultaba algo tan innovador que, pese a lo famoso que fue este desenlace en su época, pasarían muchos años hasta que se utilizara de forma más o menos corriente en otros filmes.
Por cierto, en mi especial de hace dos años dediqué un post que les invito a leer al célebre desenlace, ya que esa escena por sí sola ha generado suficientes debates y leyendas como para dedicarle un artículo entero.
3) Hizo posible la existencia de un cine de vocación artística que fuera comercial al mismo tiempo
Aunque existe mucha leyenda urbana sobre lo abocada que estaba al fracaso una película tan extraña y adelantada a su tiempo, lo cierto es que en su momento Caligari se comercializó como un filme más de misterio o terror, y desde el principio funcionó muy bien en taquilla. De esta manera, el enorme éxito de Caligari facilitó el camino a multitud de cineastas que quisieran hacer obras de vocación artística sin necesidad de sufrir restricciones económicas o excesivas interferencias de sus productores. Porque en esos años no se entendía que hubiera un cine artístico separado del comercial que se comercializaba en circuitos de distribución diferentes. Una película podía tener vocación artística y además funcionar en taquilla porque, tal y como demostró Caligari, al público de esos años no le asustaban este tipo de obras más experimentales y artísticas al ser una novedad.
De esta forma en la era muda pudimos disfrutar de multitud de obras maestras filmadas en unas condiciones económicas y de libertad creativa que décadas después no se darían tan a menudo. Podría darse el caso que tipos algo locos como Fritz Lang y Abel Gance dirigieran películas de una duración desmesurada y que nadie les cortara las alas (el pobre Erich von Stroheim no corrió la misma suerte en Hollywood), o que gente como Murnau se recreara en los detalles artísticos de sus obras y dedicara un esfuerzo inaudito a la puesta en escena, porque luego películas como El Último (1924) no solo eran grandes obras de arte, sino que además resultaban rentables económicamente. Y esta edad de oro de la era muda, que se caracteriza por la maravillosa inventiva y creatividad de tantos cineastas, en parte se sustenta porque filmes aparentemente tan radicales como Caligari eran aceptados por el público.
Mis tres escenas favoritas de El Gabinete del Doctor Caligari
Para acabar este pequeño homenaje he decidido rescatar tres de mis momentos favoritos de la película, siendo consciente de que si no me pusiera un límite acabaría enumerando todas las escenas del filme. Aquí van:
1) El inicio
Como ya comenté en mi post de análisis de la película, la primera escena de Caligari siempre me ha fascinado de una forma muy particular, y de nuevo les invito a que se pongan en el lugar del público de la época, acostumbrados a un tipo de narrativa convencional en que las películas empezaban de forma más ordenada (a menudo incluso presentándonos anticipadamente a todos los personajes antes de empezar la acción para que pudiéramos situarnos). ¿Y qué tenemos aquí? Tras unos títulos de crédito escritos con una extraña caligrafía expresionista, vemos a dos personajes sentados en un banco, uno de ellos dice, en el que es uno de mis rótulos favoritos de la era muda:
“Hay fantasmas… están por todas partes a nuestro alrededor… Me han expulsado de casa y del hogar, lejos de mujer e hijo…”.
¿De qué está hablando? ¿Es él el protagonista? ¿Estamos acaso viendo una película de fantasmas? Tengan en cuenta que no será hasta el final de la película que entenderemos este rótulo, de forma que aquí queda como un diálogo suelto que contribuye a darle a la película un tono enrarecido desde el primer minuto (no olvidemos que éste es el primer rótulo del filme, antes de que se nos presente a ninguno de los personajes, de modo que se está descolocando ya de antemano al espectador). Aparece pues una misteriosa mujer vestida de blanco con expresión ausente que podría ser perfectamente uno de esos fantasmas que se mencionaban anteriormente. Pero el otro personaje asegura que es su prometida y pasa a narrar la historia. Es uno de mis inicios de película favoritos.
2) El despertar de Cesare
Es una elección muy poco original, puesto que se trata del momento más célebre del filme, pero creo que sigue manteniendo hoy día intacto el impacto que tuvo en su época. El guion describía en realidad un despertar mucho más agitado y convulsivo, pero acertadamente se decidió filmar tal cual lo conocemos: con un primer plano de Cesare que se mantiene largo rato mientras él abre lentamente los ojos hasta revelar esa intensa y aterradora mirada… ¡dirigida a la cámara, al espectador! Pocas cosas dan más miedo en el cine que cuando un personaje terrorífico mira a cámara y parece estar viéndonos a nosotros.
3) El rapto de Jane
¿Puede una escena ser bella y aterradora al mismo tiempo? El rapto de Jane creo que posee ambas cualidades. El decorado y la imagen de la inocente joven dormida entre sábanas tiene una belleza pictórica que contrasta con la tenebrosa imagen de Cesare, que se va acercando a la cama como una tenebrosa sombra hacia su víctima a punto de destruir esta estampa. Pero al final ni él mismo es inmune a la belleza de Jane y se ve incapaz de clavarle el cuchillo que tiene entre manos. Es el primero de una larga serie de ejemplos en que figuras terroríficas pierden momentáneamente su poder destructor ante la pureza de un ser inocente y frágil – sin ir más lejos tendremos otro ejemplo en otra gran película de ese mismo año: El Golem (1920).
¿Necesitan más motivos para rescatar una de las mejores películas de la historia?