En la era muda cuando, por muy increíble que les pueda parecer, no existía la posproducción digital por ordenador, la calidad de unos buenos efectos especiales dependía de la imaginación del cineasta y la pericia de su equipo técnico. Eso quería decir que los efectos especiales más destacados no venían necesariamente de aquellas producciones que tuvieran más medios, y que por tanto conseguir un efecto sorprendente era un motivo de orgullo, porque demostraba la capacidad de inventiva y los conocimientos técnicos de sus creadores.
Uno de los países que más destacó en ese campo fue Alemania, quien en los años 20 se llevó la fama de ser uno de los países más avanzados técnicamente del mundo. En 1921 una joven promesa de apenas 30 años llamada Fritz Lang deslumbró con su brillante trabajo de dirección en la película de episodios Las Tres Luces (1921). Entre sus muchas cualidades destacaban los efectos especiales del filme, especialmente en el episodio ambientado en China. En una escena una larga carta se movía como si tuviera vida propia, un efecto que consiguió el propio Lang mediante trucos de stop motion: es decir, el largo pergamino se sujetaba con un unos alfileres y después de cada toma se movía ligeramente para que, una vez reproducido, pareciera que se movía por si solo. Lo prodigioso no es solo que el propio Lang realizara el efecto moviendo el papel en cada toma, sino que luego pudiera resolver con tanta facilidad el hecho de que luego tuviera que dirigir a un actor que tenía que interactuar con un pergamino viviente que lógicamente no podía ver. Para sorpresa de todos, Lang fue capaz de calcular los movimientos que realizaría el pergamino viviente a cada momento cuando esa escena en stop motion se proyectara a velocidad normal de película, y cuando hubo que filmar al actor logró darle las instrucciones precisas para que los movimientos del papel y los del intérprete estuvieran sincronizados como si estuvieran conversando entre ellos. Eso implicaba tener un conocimiento técnico prodigioso que valía más que un enorme presupuesto que, en aquellos años, no podía resolver dilemas técnicos como éste que requerían ante todo pericia técnica.
Pero quizá el efecto especial más recordado es el de la alfombra mágica, que dio pie a una curiosa anécdota que refleja la competitividad que había en esos tiempos entre Alemania y Hollywood. Las Tres Luces fue la primera película de Lang en tener éxito en el extranjero, y al parecer una copia llegó a manos del actor más célebre del momento, Douglas Fairbanks, que en esos momentos estaba empezando la preproducción de El Ladrón de Bagdad (1924). A Fairbanks le impresionaron tanto los efectos especiales de la alfombra voladora que decidió adquirir los derechos para distribuirla a través de la United Artists… pero no para estrenarla, al contrario, para asegurarse de que nadie la distribuyera. En su película también había una alfombra voladora y no quería que ese alemán se le adelantara con un filme en que utilizaba ya esos efectos especiales, de modo que la tuvo guardada y se apropió de esos efectos especiales aunque de forma mejorada (gracias, según dijo un Lang seguramente algo herido en su orgullo propio, a que tenía mucho más presupuesto que él). Esto nos demuestra cómo en esa época, en que el público todavía era muy impresionable y los efectos especiales eran un campo por explorar y tenían un componente eminentemente artesanal, jugaba un papel muy importante el ser el primero en impresionar a la audiencia con estos descubrimientos técnicos.
Unos pocos años después, cuando Lang ya era el director más célebre de Alemania, realizó una visita de cortesía a Hollywood en la que Fairbanks le invitó a sus estudios y ambos charlaron amigablemente sobre las diferencias de producción entre América y Estados Unidos. Ambos se respetaban y admiraban mutuamente y no parece que quedara ningún rencor entre Lang y Fairbanks a raíz de esta anécdota.
[…] citaron como una de las primeras películas que les marcaron, y en Estados Unidos Douglas Fairbanks le robó el truco de la alfombra mágica. No está mal viniendo de un cineasta todavía dándose a conocer en una industria cinematográfica […]