Películas desaparecidas: La Civilisation à travers les Âges (1908) de Georges Méliès

   Cuando hemos hablado en este rincón silente de filmes perdidos, habrán notado que casi nunca hemos tratado películas de los orígenes del cine. La realidad es que en esos primeros años hay tantas obras perdidas que uno no sabe ni por dónde empezar, pero hoy nos centraremos en una concreta que nos sirve para constatar que incluso en la llamada era primitiva hay potenciales joyas que no podemos más que lamentar que se hayan perdido seguramente para siempre.

En 1908 Georges Méliès se encontraba en un momento muy delicado de su carrera. El cine en aquellos años estaba cambiando a una velocidad de vértigo, y el que tan solo unos años atrás era uno de los cineastas más importantes del mundo, en ese momento corría el peligro de quedarse atrás respecto al camino que estaba emprendiendo el medio. No es que sus películas hubieran dejado de ser interesantes, sino que la tendencia general iba hacia otros caminos diferentes de sus filmes de trucajes y fantasmagorías. Sin irse muy lejos, ese mismo año su compatriota Albert Capellani estrenaba una adaptación de La Bella y la Bestia y su primera versión de L’Arlesienne (1908), mientras que en Estados Unidos debutaba un tal D.W. Griffith que enseguida supo aprovechar las posibilidades narrativas del medio. Pero el filme que Méliès tuvo en mente en ese momento era uno italiano: Los Últimos Días de Pompeya (Gli ultimi Giorni di Pompeii, 1908) de Arturo Ambrosio y Luigi Maggi.

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Hace 100 años: las mejores películas de 1924

Ahora que tantos medios comenzarán a agobiarnos con las clásicas listas de mejores filmes del año es el mejor momento para ofrecerles la lista que realmente le interesa a la comunidad cinéfila: la de mejores películas que cumplen 100 años este 2024 o, en otras palabras, las mejores películas de 1924.

Como verán, el panorama cinematográfico mundial estaba mejor que nunca, con grandes filmes de países y estilos muy diferentes, si bien empiezan a notarse cambios respecto a años precedentes: el consabido expresionismo alemán ofrece aquí ya las últimas grandes obras del género y la escena escandinava no tardará en perder a sus dos mayores talentos. A cambio, Francia está en plena ebullición tanto en lo que respecta a las vanguardias como por una generación de cineastas que saben utilizar elementos expresivos de esos movimientos más experimentales pero adaptados a filmes narrativos. Al no querer incluir cortometrajes se quedaron fuera de mi lista títulos tan imprescindibles como Ballet Mécanique (1924) de Fernand Léger y Dudley Murphy, Entr’acte (1924) de René Clair  o Symphonie Diagonale (1924) de Viking Eggeling. No me lo tengan en cuenta, es una forma de no hacer esta selección aún más compleja.

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Le Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2024 (IV)

 
Autor: Valerio Greco

10 de octubre – En que se dan cita dos de los más grandes nombres de la comedia cinematográfica y un fox terrier

Sabes que va a ser un buen día en Pordenone cuando empiezas la jornada con un corto en que aparece un fox terrier esquiando y luego tienes una película de Lubitsch que aún no habías visto. Als de Winter Komt es uno de los cortometrajes de autoría desconocida que se proyectaron hoy. Se sospecha que es de 1921 y básicamente tiene como narrador a un fox terrier que explica lo bien que se lo pasa en invierno con su familia y, sobre todo, su dueña Mary. Es un corto encantador, tanto por la belleza de esas imágenes nevadas como, claro está, por su protagonista. Y para los que sean sensibles con la forma como se trata a los animales actores, en este caso nuestro fox terrier se nota que se lo está pasando genuinamente bien brincando por la nieve y caminando con unos zapatitos que le han comprado para que no pase frío en las patas en estas fechas.

El otro corto que vimos hoy sin identificar es una simpática comedia, Las Horas del Asistente, que se sospecha que debe datar de alrededor de 1915 y probablemente provenga de Francia o Italia. Explica todas las tareas que debe llevar a cabo durante un día el ayudante de un oficial, y la gracia está en que va alternando planos de un reloj que marca una hora concreta con la diferente tarea que el pobre hombre tiene que llevar a cabo.

Crédito: Eye Filmmuseum

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Le Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2024 (II)

5 de octubre – Segunda oportunidad con Protazanov

Hace diez años, cuando me estrené en Pordenone, el primer día me perdí una película de Yakov Protazanov por un error de novato. Una década después parece que el festival me ha ofrecido una segunda oportunidad programando una película de Protazanov el primer día por la tarde a la que también llegaba justo. Pero esta vez pude verla.

Protazanov es de los pocos directores rusos que hizo la transición de la época prerrevolucionaria a la era soviética, y de ésta al sonoro y el estalinismo. Un superviviente nato. El Cuarenta y Uno (Sorok pervyy, 1927) está ambientada durante la Revolución Soviética en el desierto de Karakum, y explica cómo un pequeño destacamento intenta sobrevivir huyendo del ejército blanco a través del desierto y casi sin víveres. Por el camino capturan a un oficial del Ejército Blanco y se le encomienda la misión de custodiarlo a Mariutka, la mejor tiradora del destacamento. Pero ambos acabarán enamorándose.

Éste es uno de esos filmes que reflejan a la perfección el agobio físico que sienten sus personajes: el calor, el paisaje desolador, el agotamiento… La historia funciona muy bien y solo se le puede achacar que obviamente le falta metraje y eso dificulta juzgarla como merece ya que presenta un ritmo desigual y se nota que faltan escenas. La copia que vimos era una checoslovaca que se supone que es la mejor que hay, pero ojalá se restaure en el futuro combinando todas las versiones existentes. En definitiva, una muy buena versión que está perfectamente a la altura de la famosa de Grigori Chukhrai del 1956, pero más áspera y con un final donde, por una vez, no triunfa el amor… ¡sino la Revolución!

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Robin de los Bosques (Robin Hood, 1922) de Allan Dwan

Realmente ser Douglas Fairbanks debía ser algo maravilloso. Esa es la sensación que tengo cada vez que revisiono una película suya. Y no lo digo únicamente porque fuera una de las más grandes estrellas del Hollywood mudo, sino por el contagioso optimismo y vitalidad que el actor desprendía en la pantalla. Si además uno investiga un poco sobre el rodaje de sus películas, se llevará la gratificante sorpresa de saber que Fairbanks era como el tipo de personaje que solía interpretar: un hombre al que le ilusionaba su trabajo y que se implicaba a fondo en todos sus proyectos contagiando a sus colaboradores. Del mismo modo que en la pantalla vemos a Fairbanks enfrentándose a los malos haciendo mil cabriolas y luego burlándose de ellos, en la vida real el actor se metía en proyectos caros y arriesgados en que no reparaba en gastos para dar al público lo que él quería… y también salía victorioso. Definitivamente, debía ser algo genial ser Douglas Fairbanks.

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Especial centenario de La Rueda (La Roue, 1923) de Abel Gance: el rodaje de una obra cumbre de la era muda

«Existe el cine antes y después de La Rueda, de igual forma que existe la pintura antes y después de Picasso» – Jean Cocteau

Amigos lectores, para cerrar la celebración del décimo aniversario de su blog sobre cine mudo favorito (eso es, espero, éste en el que se encuentran ahora mismo) hemos decidido dedicar un doble post a la que es una de las películas favoritas del Doctor Caligari que, además, también conmemora una efeméride este 2023, más concretamente los 100 años desde su estreno. Se trata de La Rueda (La Roue, 1923) de Abel Gance, una de las obras más importantes de la historia del cine que precisa una reivindicación urgente, así que hoy repasaremos las circunstancias de su complicado rodaje y lo que significó dentro de la carrera de Monsieur Gance.

Abel Gance: convirtiendo el cine en el séptimo arte

Empecemos hablando de Abel Gance, un nombre clave en el desarrollo del lenguaje cinematográfico al que no se le cita tanto como merece en las historias del cine. Gance fue uno de los cineastas más destacados de su época, un artista ambicioso y megalómano que creía que el cine debía explorar sus posibilidades expresivas para convertirse en otra forma de arte. Después de una fallida carrera como actor teatral, Gance probó suerte escribiendo todo tipo de material para el teatro hasta que el cine se cruzó en su vida y debutó en 1915 con una comedia de estilo vanguardista, La Folie du Docteur Tube (1915). De ahí a finales de década Gance se convertiría en uno de los directores más destacados de la época con dramas psicológicos como Mater Dolorosa (1917) o La Dixième Symphonie (1918), filmes de tono trágico repletos de experimentos visuales.

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Especial décimo aniversario: un repaso a mi relación con el cine mudo

 

Amigos lectores, estos días estamos de celebración en este rincón silente, ya que se cumplen ni más ni menos que 10 años desde que este Doctor decidió inaugurar este humilde espacio dedicado al cine mudo. Es cierto que la idea de abrir una web dedicada al cine mudo en plena era digital podía parecer una locura carente de futuro o simplemente ingenua en el mejor de los casos, pero el Doctor Caligari decidió lanzarse a ello sin pensarlo mucho. La premisa era ofrecer un espacio al que pudiera acudir la minoría de gente interesada en el tema, sin importar cuántos fueran y, en caso de que no funcionara, abandonarla con el tiempo. Poco podía imaginar hace 10 años este Doctor que no solo la idea fructificaría sino que llegaría a lectores de todo el mundo, de modo que de entrada no puedo más que agradecerles que hayan seguido este pequeño rincón silente durante este tiempo.

Y para celebrar esta ocasión especial este mes de enero les ofreceremos algunos posts especiales: primero dos de índole más personal en que responderé dos de las preguntas que más me han hecho relacionadas con mi afición al cine mudo, y luego otros dos dedicados a conmemorar una película que también está de aniversario este año, y que es una de las favoritas del Doctor Caligari. ¡Así que no se vayan muy lejos y únanse a la celebración!

El primer post con el que celebraremos este aniversario será de índole personal, ya que es un repaso cronológico a las películas que me introdujeron en el cine mudo. A menudo me han preguntado cómo y de dónde provino mi afición al cine mudo, pero es algo que no surgió en un momento determinado o con una película concreta sino de forma progresiva, de modo que espero que este pequeño repaso personal pueda responder a la pregunta.

Una aclaración: no se trata de una lista de mis películas mudas favoritas (en eso consistió de hecho el segundo post especial), sino de un repaso cronológico a los filmes que me descubrieron esta forma de arte. Obviamente la mayoría de las obras citadas también se encuentran entre mis predilectas, ya que muchas son grandes clásicos de la era silente y/o les guardo un cariño especial. Pero la idea no es tanto recopilar mis cintas predilectas como hablar de las diferentes etapas por las que pasé en mi relación con el cine mudo. Y sin más preámbulos, aquí va:

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A Trap for Santa Claus (1909) de D.W. Griffith

Ahora que se acercan las Navidades es un buen momento para rescatar este entrañable cortometraje de D.W. Griffith, A Trap for Santa Claus (1909). La historia, de tintes marcadamente melodramáticos, tiene como protagonista a una familia caída en desgracia: el padre, que lleva tiempo sin trabajo, ha sucumbido al alcoholismo, y su mujer y sus dos hijos pequeños subsisten como pueden soportando sus arranques de furia. Un día, el hombre decide dejar el hogar porque cree que su presencia les hará más mal que bien, y la pobre madre queda abandonada a su suerte. Pero por suerte les llega la noticia de una cuantiosa herencia inesperada gracias a la cual pueden vivir cómodamente en una gran casa.

Llega la noche de Navidad y los dos niños deciden poner una trampa para atrapar a Santa Claus cuando entre en casa. Pero quien cae en la trampa no es Santa sino… ¡su propio padre! Resulta que éste ha entrado por una ventana para desvalijar la casa sin saber a quién pertenece. ¿Cómo finalizará el drama? Tendrán que ver la película para descubrirlo.

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«No sabía que ya lo habían inventado en esa época»: recursos cinematográficos que ya existían en la era muda (II)

Si recuerdan, la semana pasada iniciamos un artículo dedicado a detallar multitud de innovaciones cinematográficas que a veces se piensa erróneamente que son posteriores a la era muda… ¡o incluso pertenecientes a la modernidad! El propósito de estos dos posts es reivindicar una vez más la era muda, a menudo vista de forma totalmente errónea como una época anticuada y superada enseguida con el sonoro, y por supuesto recopilar algunos curiosos hallazgos de esta época. Si el anterior post se centraba en recursos técnicos o de lenguaje cinematográfico, en éste hablaremos más de temas relacionados con el contenido y temática de las películas. Allá vamos:

Guiños metacinematográficos

Los juegos metacinematográficos hacen algo tan aparentemente moderno como destruir ese mundo de ficción construido de forma tan minuciosa y hacen evidente el artificio. Proponen un guiño cómplice al espectador evidenciando que los personajes que vemos son actores y no personas reales. Esto es también algo tan viejo como el mismo cine.

Hace años hablé de una película que vi en Pordenone llamada Fleur de Paris (1916) en que la famosa actriz Mistinguett interpretaba a dos mujeres: a una humilde costurera que guarda un extraño parecido con la actriz Mistinguett y, claro está, a ella misma, la propia Mistinguett, que se acaba encontrando con la costurera. Un argumento de ese tipo en una película estrenada 50 años después parecería un alarde de modernidad, pero en realidad como vemos este tipo de tramas no era tan raras en la época.

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The Impossible Convicts (1906) de G.W. Bitzer

NOTA: este vídeo incluye el cortometraje comentado en este post y, posteriormente, otro que no tiene nada que ver, que aparece junto a éste por pertenecer ambos a la colección del cineasta experimental Joseph Cornell. Lo he compartido porque es la versión a mejor calidad que circula por la red, pero si tienen problemas para visualizarlo, lo tienen también en Youtube aunque a menos calidad.

Algo que me encanta del cine primitivo es lo extraño que es. A veces uno se encuentra por ejemplo con comedias o filmes de persecuciones que nos resultan llamativos porque utilizan algunas soluciones de puesta en escena o narrativa que hoy día nos parecerían incorrectas o inapropiadas. Pero en otras ocasiones uno se encuentra con películas de las que literalmente no sabe qué pensar. Es el caso, creo yo, de The Impossible Convicts (1906), un cortometraje cómico de la Biograph dirigido por G.W. Bitzer, más conocido por ser el cámara por excelencia de D.W. Griffith en sus grandes películas.

La película de entrada no tiene gran cosa: se nota que es una producción extremadamente barata y está filmada en un único escenario, las celdas de una prisión. Hay una única posición de cámara, que me resulta de entrada curiosa porque no es totalmente frontal, como sería lo habitual en las películas de la época de este estilo y que, en este caso, parecería lo más lógico porque ayudaría a seguir mejor las escenas de persecución. Mi teoría es que Bitzer colocó la cámara en ese ángulo no tanto para dar más profundidad al decorado como para que se aprecien mejor las acciones, por ejemplo, cuando los personajes están en el suelo o entran y salen de las celdas (además sin que veamos su interior, facilitando los cortes de cámara sin que se noten demasiado), pero esto es mera especulación personal.

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