Las Finanzas del Gran Duque (Die Finanzen des Großherzogs, 1924) de F.W. Murnau

Escribir sobre las grandes obras de un genio como F.W. Murnau es algo siempre gratificante porque son películas tan repletas de hallazgos que parece que uno no se las acaba nunca. De modo que me dije, ¿y por qué para variar no escribir sobre una de sus obras menores? Aunque no siempre es así, a menudo hasta las películas menos conseguidas de los grandes directores de la historia del cine (y para mí Murnau lo es sin duda) poseen elementos de interés, y eso me motivó a rescatar Las Finanzas del Gran Duque (Die Finanzen des Großherzogs, 1924), una comedia estrenada el mismo año que una obra maestra como El Último (Der Letzte Mann, 1924).

Situada en una isla Mediterránea imaginaria llamada Abacco, el protagonista es el Gran Duque de Abacco, un noble peligrosamente endeudado que recibe una oferta de un hombre acaudalado, Bekker, para comprar una parte de la isla y explotar unas minas de sulfuro. El Duque de Abacco rechaza la oferta y Bekker, en revancha, decide potenciar una revolución para hacerse con el control de la isla. Entonces la salvación parece llegarle en forma de una carta de la acaudalada Gran Duquesa Olga, que le propone en matrimonio sin conocerle (¡!). En paralelo, el excéntrico Phillip Collin entrará accidentalmente en medio de esta trama al intentar conseguir unas cartas incriminatorias de un importante político, que le ponen en contacto con los personajes de este drama.

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Hace 100 años: las mejores películas de 1924

Ahora que tantos medios comenzarán a agobiarnos con las clásicas listas de mejores filmes del año es el mejor momento para ofrecerles la lista que realmente le interesa a la comunidad cinéfila: la de mejores películas que cumplen 100 años este 2024 o, en otras palabras, las mejores películas de 1924.

Como verán, el panorama cinematográfico mundial estaba mejor que nunca, con grandes filmes de países y estilos muy diferentes, si bien empiezan a notarse cambios respecto a años precedentes: el consabido expresionismo alemán ofrece aquí ya las últimas grandes obras del género y la escena escandinava no tardará en perder a sus dos mayores talentos. A cambio, Francia está en plena ebullición tanto en lo que respecta a las vanguardias como por una generación de cineastas que saben utilizar elementos expresivos de esos movimientos más experimentales pero adaptados a filmes narrativos. Al no querer incluir cortometrajes se quedaron fuera de mi lista títulos tan imprescindibles como Ballet Mécanique (1924) de Fernand Léger y Dudley Murphy, Entr’acte (1924) de René Clair  o Symphonie Diagonale (1924) de Viking Eggeling. No me lo tengan en cuenta, es una forma de no hacer esta selección aún más compleja.

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El Hombre Que Ríe (The Man Who Laughs, 1928) de Paul Leni

El enorme éxito que supuso en su momento El Jorobado de Notre Dame (The Hunchback of Notre Dame, 1923) de Wallace Worsley provocó que la Universal decidiera seguir explotando esa combinación ganadora: películas de época basadas en libros conocidos con un toque algo oscuro o tétrico y protagonizadas por Lon Chaney en su prototípico papel de personaje atormentado de apariencia inquietante. La continuación lógica fue ir sobre seguro y proponer otra adaptación de Victor Hugo, cuya novela Nuestra Señora de Notre Dame ya había servido de inspiración para el filme sobre el célebre jorobado. La idea fue pues adaptar El Hombre Que Ríe, que aunque por entonces no era considerada una de sus mejores obras tenía un argumento muy idóneo para el cine y un papel hecho a medida de Lon Chaney.

Pero la propuesta inicialmente no fructificó al haber problemas para conseguir los derechos, de modo que el estudio decidió entonces apostar por El Fantasma de la Ópera (The Phantom of the Opera, 1925). Dirigida por Rupert Julian, la película partía en este caso de una novela de Gaston Leroux y tuvo tanto éxito que acabó convirtiéndose en el papel más emblemático de Lon Chaney. Pero cuando poco después el estudio por fin adquirió los derechos para El Hombre Que Ríe, Chaney ya estaba embarcado en otros proyectos, de modo que se decidió seguir adelante sin él. En su lugar se contrataría a otro de los más grandes actores de la era muda: el alemán Conrad Veidt – en algunas partes he leído que también se le propuso a Ivan Mosjoukine, lo cual tampoco sería descartable, ya que fue contratado por la Universal en esa misma época y era suficientemente versátil como para poder afrontar un papel tan difícil, pero al final éste protagonizaría un drama más convencional llamado Surrender (1927).

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Especial décimo aniversario: las 100 películas mudas favoritas del Dr. Caligari

Continuando con la celebración del décimo aniversario que ya iniciamos la semana pasada, el Doctor Caligari ha decidido ofrecer a sus lectores otro post de índole más personal. Si hace tiempo para conmemorar su quinto aniversario este Doctor listó sus 50 películas mudas favoritas, tenía sentido pues para que para el décimo aniversario compartiera sus 100 películas mudas favoritas.

Dicho listado no es una mera ampliación del que creó hace 50 años, sino una actualización. Eso quiere decir que los 50 primeros filmes de la lista no son necesariamente los mismos ni en exactamente el mismo orden, ya que esta lista se ha elaborado de cero sin tomar la otra como referencia (lo cual no quita que no haya habido grandes cambios significativos entre ambas). A partir de esto, solo dos puntualizaciones:

  • Ésta es una lista de películas favoritas a nivel personal. No pretende ser un listado que represente las obras más importantes o representativas de la era muda, ni que abarque los principales cineastas, movimientos o tendencias de la época.
  • En este caso, a diferencia del anterior listado, no he puesto límite al número de películas que podía haber de un mismo director. Solo una condición: he incluido únicamente largometrajes (es decir, a partir de unos 40 minutos), ya que si incluía cortos se me complicaba demasiado la cosa. Eso ha implicado dejar fuera el cine de los primeros años, espero que sepan disculparme por ello.

Y sin más dilación aquí va la lista, espero que la disfruten y la encuentren entretenida.

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Especial décimo aniversario: un repaso a mi relación con el cine mudo

 

Amigos lectores, estos días estamos de celebración en este rincón silente, ya que se cumplen ni más ni menos que 10 años desde que este Doctor decidió inaugurar este humilde espacio dedicado al cine mudo. Es cierto que la idea de abrir una web dedicada al cine mudo en plena era digital podía parecer una locura carente de futuro o simplemente ingenua en el mejor de los casos, pero el Doctor Caligari decidió lanzarse a ello sin pensarlo mucho. La premisa era ofrecer un espacio al que pudiera acudir la minoría de gente interesada en el tema, sin importar cuántos fueran y, en caso de que no funcionara, abandonarla con el tiempo. Poco podía imaginar hace 10 años este Doctor que no solo la idea fructificaría sino que llegaría a lectores de todo el mundo, de modo que de entrada no puedo más que agradecerles que hayan seguido este pequeño rincón silente durante este tiempo.

Y para celebrar esta ocasión especial este mes de enero les ofreceremos algunos posts especiales: primero dos de índole más personal en que responderé dos de las preguntas que más me han hecho relacionadas con mi afición al cine mudo, y luego otros dos dedicados a conmemorar una película que también está de aniversario este año, y que es una de las favoritas del Doctor Caligari. ¡Así que no se vayan muy lejos y únanse a la celebración!

El primer post con el que celebraremos este aniversario será de índole personal, ya que es un repaso cronológico a las películas que me introdujeron en el cine mudo. A menudo me han preguntado cómo y de dónde provino mi afición al cine mudo, pero es algo que no surgió en un momento determinado o con una película concreta sino de forma progresiva, de modo que espero que este pequeño repaso personal pueda responder a la pregunta.

Una aclaración: no se trata de una lista de mis películas mudas favoritas (en eso consistió de hecho el segundo post especial), sino de un repaso cronológico a los filmes que me descubrieron esta forma de arte. Obviamente la mayoría de las obras citadas también se encuentran entre mis predilectas, ya que muchas son grandes clásicos de la era silente y/o les guardo un cariño especial. Pero la idea no es tanto recopilar mis cintas predilectas como hablar de las diferentes etapas por las que pasé en mi relación con el cine mudo. Y sin más preámbulos, aquí va:

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«No sabía que ya lo habían inventado en esa época»: recursos cinematográficos que ya existían en la era muda (I)

Una de las cosas que a este Doctor le gusta hacer en este rincón silente es romper con tantísimos tópicos sobre cine mudo basados en prejuicios o simplemente puro desconocimiento, y demostrar que en realidad la era muda no es una etapa en que el cine aún se hallaba «incompleto». En ese sentido hay muchos recursos que se suelen asociar a épocas posteriores que en realidad ya se utilizaban en la época silente, e incluso a veces uno puede darse la sorpresa de descubrir que hay películas mudas más modernas que la mayoría de filmes de las décadas inmediatamente posteriores.

En realidad la era muda fueron unos años de constantes experimentos y descubrimientos, muchos de los cuales se quedaron paralizados con la llegada del sonoro, al encontrar el cine comercial una forma estandarizada y efectiva de narrar historias. No pretendo con ello criticar el cine sonoro, pero sí constatar que hubo un cierto retroceso al menos en lo que se refiere a la voluntad de probar cosas nuevas y forzar los límites del lenguaje cinematográfico. Para demostrarlo este Doctor se ha propuesto ofrecerles un extenso artículo en dos partes en que desgranará multitud de recursos o elementos que suelen asociarse a décadas posteriores a la era muda (en algún caso incluso a la modernidad) pero que ya se estaban utilizando por entonces. La lista podría haberse hecho incluso más extensa, incluyendo por ejemplo trucajes y efectos especiales que siguen siendo perfectamente vigentes hoy día, pero me temo que en tal caso se me podría ir el texto aún más de las manos.

Para hacerlo más digerible he decidido dividir el contenido en dos posts: el primero se centra en elementos técnicos y recursos de puesta en escena, y el próximo se centrará en aspectos temáticos o de contenido. Espero que lo disfruten y que les haga ver con otros ojos esta maravillosa época de la historia del cine.

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Hace 100 años: las mejores películas de 1922

Efectivamente, amigos lectores, aquí tenemos uno de los artículos que no pueden faltar cada año en su rincón silente favorito (esto es, espero, este humilde blog): el listado de las mejores películas que cumplen 100 años, es decir, los mejores filmes de 1922. Mientras a finales de año las revistas de cine nos desbordarán con listados que siguen esa aburrida actualidad no silente, el Doctor Caligari les propone en el ecuador de este 2022 una selección de las 15 mejores películas que recuerda haber visto en el ya lejano año 1922. Vamos a ello y recuerden que al final del post tienen los links de los listados elaborados aquí en los años anteriores.

No voy a detenerme demasiado en hacer un repaso sobre cómo estaba el panorama cinematográfico en 1922 porque a grandes rasgos sigue las líneas que ya comenté en el post dedicado a 1921. Alemania siguió imponiéndose como una de las cinematografías más importantes no ya de Europa sino del mundo, y es significativo cómo en un par de años ha pasado de tener una presencia testimonial en mis tops a acaparar los mejores puestos (y eso que he evitado repetir más de una película de un mismo director). En contraste, los países escandinavos van cediendo poco su hegemonía, si bien veremos que este año se estrenó uno de los filmes más célebres de su periodo mudo. Cabe decir no obstante que he dejado fuera algunas obras bastante interesantes de esos países como la dickensiana Grandes Esperanzas (Store forventninger, 1922) del danés A. W. Sandberg o la finlandesa Anna-Liisa (1922) de Teuvo Puro, que vi hace unos años en Pordenone.

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Especial Centenario Nosferatu (IV): Conde Drácula vs Conde Orlock, el vampirismo según Murnau

Este artículo forma parte de un especial dedicado al centenario del estreno de Nosferatu que incluye los siguientes posts:


Introducción: reformulando el mito de Drácula

Como ya sabemos, Nosferatu era una adaptación de la célebre novela Drácula de Bram Stoker, pero en todo caso era una versión muy libre con varias diferencias remarcables. Algunos de estos cambios pueden atribuirse a un simple intento de diferenciarse del original para esconder que no habían comprado sus derechos, pero muchos de ellos en realidad responden a algo más interesante: a una reformulación del mito del vampiro respecto a como lo planteaba Bram Stoker. ¿En qué se diferencian el Conde Orlock del Conde Drácula y qué ha aportado el primero al mito del vampiro? Veámoslo.

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Especial Centenario Nosferatu (III): Die zwölfte Stunde (1930), la versión sonorizada de Nosferatu

Este artículo forma parte de un especial dedicado al centenario del estreno de Nosferatu que incluye los siguientes posts:


Cuando el cine sonoro irrumpió a finales de los años 20 causó tal sensación entre el gran público que se convirtió en una locura. Los espectadores iban en masa a ver cualquier película que se anunciara como sonora al margen de su calidad, y en consecuencia en esos primeros años de transición los estudios de cine buscaron mil maneras de rentabilizar esa moda: desde el curioso caso de las part-talkies, en que numerosos cineastas se vieron obligados a rodar a posteriori algunas escenas sonoras en su película originalmente muda aunque no pegaran ni con cola, a varios ejemplos de cintas que se vendieron como filmes sonoros cuando en realidad tenían solo incorporados efectos de sonido sincronizados. Cualquier artimaña que justificara anunciar dicho filme como «una obra sonora» era válida.

En algunos casos se llegó incluso al extremo de hacer algo tan de mal gusto como sonorizar películas mudas. Eso fue lo que se hizo con un clásico como Nosferatu (1922), que se reestrenó en 1930 en una versión sonorizada con el título de Die zwölfte Stunde (La Duodécima Hora, es decir, la medianoche). ¿Cómo y de dónde surgió esta rareza?

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Especial centenario Nosferatu (II): Murnau y lo subliminal como forma de filmar el mal

Este artículo forma parte de un especial dedicado al centenario del estreno de Nosferatu que incluye los siguientes posts:


Por muy tópico que suene, realmente hay películas de las que descubrimos detalles nuevos a cada visionado, que tienen tanta riqueza y pequeños matices ocultos que uno nunca deja de sorprenderse de lo que dan de sí. Sin ir más lejos en mi último revisionado de Nosferatu (1922), que además pude disfrutar en pantalla grande, hubo un plano que hasta entonces me había pasado inadvertido y que me pareció tan llamativo que me ha animado a abrir este post, donde comentaré la forma como F.W. Murnau maneja el clima tan horrorífico de la película a partir de lo subliminal y lo sugerente.

El plano en cuestión tiene lugar en el tramo final de la cinta entre dos escenas. En la primera vemos como la gente del pueblo persigue a Knock, a quien creen responsable de la epidemia de peste. La siguiente es la aterradora escena en que el Conde Orlock observa el hogar de Hutter y Ellen desde la ventana de su casa, situada enfrente. En este nuevo revisionado descubrí para mi asombro que entre el plano de la gente yendo tras Knock y el plano medio de Nosferatu en la ventana hay insertado uno del mar. Dicho plano no tiene ningún contexto que lo justifique. ¿Es para dar a entender el momento del día en que nos encontramos? En tal caso, ¿por qué situarlo en mitad del mar cuando la acción ya hace tiempo que sucede en tierra? Debe haber un motivo para incluir un plano que no tiene ninguna relación entre esas dos escenas. En ningún caso puede ser un error, se ha añadido ahí con una intención concreta, ¿cuál?

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