«No sabía que ya lo habían inventado en esa época»: recursos cinematográficos que ya existían en la era muda (I)

Una de las cosas que a este Doctor le gusta hacer en este rincón silente es romper con tantísimos tópicos sobre cine mudo basados en prejuicios o simplemente puro desconocimiento, y demostrar que en realidad la era muda no es una etapa en que el cine aún se hallaba «incompleto». En ese sentido hay muchos recursos que se suelen asociar a épocas posteriores que en realidad ya se utilizaban en la época silente, e incluso a veces uno puede darse la sorpresa de descubrir que hay películas mudas más modernas que la mayoría de filmes de las décadas inmediatamente posteriores.

En realidad la era muda fueron unos años de constantes experimentos y descubrimientos, muchos de los cuales se quedaron paralizados con la llegada del sonoro, al encontrar el cine comercial una forma estandarizada y efectiva de narrar historias. No pretendo con ello criticar el cine sonoro, pero sí constatar que hubo un cierto retroceso al menos en lo que se refiere a la voluntad de probar cosas nuevas y forzar los límites del lenguaje cinematográfico. Para demostrarlo este Doctor se ha propuesto ofrecerles un extenso artículo en dos partes en que desgranará multitud de recursos o elementos que suelen asociarse a décadas posteriores a la era muda (en algún caso incluso a la modernidad) pero que ya se estaban utilizando por entonces. La lista podría haberse hecho incluso más extensa, incluyendo por ejemplo trucajes y efectos especiales que siguen siendo perfectamente vigentes hoy día, pero me temo que en tal caso se me podría ir el texto aún más de las manos.

Para hacerlo más digerible he decidido dividir el contenido en dos posts: el primero se centra en elementos técnicos y recursos de puesta en escena, y el próximo se centrará en aspectos temáticos o de contenido. Espero que lo disfruten y que les haga ver con otros ojos esta maravillosa época de la historia del cine.

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Le Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2022 (IV)

Crédito: Valerio Greco

6 de octubre – El cóctel de Mabel

Hablando con algunos viejos conocidos del festival oí algunos quejas de que este año teníamos sobredosis de melodramas, y aunque ese género siempre ha estado muy presente en Pordenone es cierto que el ciclo Norma Talmadge está haciendo que haya una sensación de sobreabundancia. En el caso de The Sign on the Door (1921) al principio tuve esa impresión, aun cuando la dirección corría a cargo de un director tan eficiente como Herbert Brenon, clásico nombre respetadísimo en su época y hoy día olvidado por el paso del tiempo. Talmadge es una jovencita que se deja engañar por un bribón, quien intenta seducirla (esto es, violarla, pero dicho de forma más refinada) llevándola engañada a un local de mala muerte. Consigue escapar y años después está casada con un hombre adinerado que tiene una hija veinteañera de su anterior matrimonio. Aparece en escena de nuevo el seductor y, lo adivinaron, intenta hacerse con la hijastra de nuestra Norma.

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Le Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2022 (III)

4 de octubre – ¡Viva Italia y viva Letonia!

Si hoy tienen uno de esos días en que lo que les apetece es ver una película muda letona de tintes épicos, Lacplesis (1930) de Aleksandrs Rusteiķis es justo lo que están buscando. Permitan que les describa el inicio: vemos a una dama encerrada en un castillo, donde es asediada por un extraño antagonista que parece sacado de Los Caraconos (1993) y que quiere hacerla suya. Mientras unos brujos lanzan una maldición sobre un broche de la joven para que ésta se enamore de ese perverso personaje, en paralelo vemos la llegada del héroe, que asalta el castillo. Se carga a todo el que se le pasa por delante, evita que los brujos acaben de lanzar la maldición al broche, mata por accidente al secuaz del antagonista y se enfrenta con él a un duelo a espada… ¡Y todo ello no es más que el prólogo de la película! Porque tras 20 minutos de fantasías épicas en la línea de Los Nibelungos (Die Nibelungen, 1924) de Fritz Lang, resulta que todo ello eran ensoñaciones de un niño que está leyendo un libro. Ese niño crecerá y se enfrentará también a una serie de enemigos en unas fechas decisivas para la nación letona: la Revolución de 1905, la I Guerra Mundial y la proclamación de independencia del país.

Lacplesis es una obra ambiciosa, épica y a ratos algo confusa, en que se nota que se puso toda la carne en el asador para construir el gran relato fílmico sobre el país. Es por ello una obra algo difícil de juzgar a veces por aquellos que, siento reconocerlo, no estamos muy versados en la historia de Letonia, ya que combina elementos de folklore (el tal Lacplesis tiene que ver con una antigua leyenda del país) con hechos históricos y políticos filmados en lugares reales – de hecho la razón de ser del filme era celebrar el 10º aniversario de su independencia.

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Bajo la Farola (Unter der Laterne, 1928) de Gerhard Lamprecht

Como ya he comentado por aquí en diversas ocasiones, seguir asociando el cine mudo alemán únicamente con el expresionismo a estas alturas es un error. El legado fílmico que dejó Alemania en los años 20, uno de los más extraordinarios de la historia del cine en mi opinión, va mucho más allá de una corriente o tendencia concreta y legó grandes obras de estilos totalmente distintos. Por ejemplo, en la segunda mitad de la década surgió una tendencia hacia un tipo de cine de crítica social ejemplificado en obras como la magistral Bajo la Máscara del Placer (Die Freudlose Gasse, 1925) de G.W. Pabst, El Viaje a la Felicidad de Madre Krause (Mutter Krausens Fahrt ins Glück, 1929) de Phil Jutzi o Hermanos (Brüder, 1929) de Werner Hochbaum. Uno de los cineastas que más se movió en esa corriente fue Gerhard Lamprecht, un director prolífico y heterogéneo capaz de moverse en registros muy diferentes pero que mostró cierto apego a este tipo de películas en aquellos años. De hecho, el filme que nos ocupa estuvo producido por él mismo y coescrito con su colaboradora habitual, la guionista Luise Heilborn-Körbitz.

Bajo la Farola (Unter der Laterne, 1928) explica la historia de Else, una joven que vive enclaustrada y dominada por su autoritario padre, que no le deja salir de casa a verse con su novio Hans, quien está sin trabajo. Después de una discusión, el padre la castiga una noche sin permitirle entrar en casa y ésta busca refugio en el piso que comparten Hans y su mejor amigo Max. Ahí se les ocurre montar un número de vodevil con un caballo de pantomima que resulta ser un enorme éxito. Pero las cosas se complican: como Else es menor de edad, su padre reclama a la policía que hagan volver a su hija a casa. Ésta escapa y acaba refugiándose en casa del empresario que les ha contratado para hacer ese número, un hombre cínico que quiere aprovechar esa circunstancia para cortejarla. Aunque la joven se resiste a sus intentos, Hans aparece en un momento crucial y, creyendo que ésta se ha convertido en su amante, la abandona. Sin ningún lugar al que acudir, Else no tiene más remedio que sucumbir y convertirse en el amante de este hombre al que desprecia. Pero después de un breve tiempo viviendo una ilusoria vida de lujo, su situación se irá complicando hasta verse abocada lentamente a la prostitución.

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Hace 100 años: las mejores películas de 1922

Efectivamente, amigos lectores, aquí tenemos uno de los artículos que no pueden faltar cada año en su rincón silente favorito (esto es, espero, este humilde blog): el listado de las mejores películas que cumplen 100 años, es decir, los mejores filmes de 1922. Mientras a finales de año las revistas de cine nos desbordarán con listados que siguen esa aburrida actualidad no silente, el Doctor Caligari les propone en el ecuador de este 2022 una selección de las 15 mejores películas que recuerda haber visto en el ya lejano año 1922. Vamos a ello y recuerden que al final del post tienen los links de los listados elaborados aquí en los años anteriores.

No voy a detenerme demasiado en hacer un repaso sobre cómo estaba el panorama cinematográfico en 1922 porque a grandes rasgos sigue las líneas que ya comenté en el post dedicado a 1921. Alemania siguió imponiéndose como una de las cinematografías más importantes no ya de Europa sino del mundo, y es significativo cómo en un par de años ha pasado de tener una presencia testimonial en mis tops a acaparar los mejores puestos (y eso que he evitado repetir más de una película de un mismo director). En contraste, los países escandinavos van cediendo poco su hegemonía, si bien veremos que este año se estrenó uno de los filmes más célebres de su periodo mudo. Cabe decir no obstante que he dejado fuera algunas obras bastante interesantes de esos países como la dickensiana Grandes Esperanzas (Store forventninger, 1922) del danés A. W. Sandberg o la finlandesa Anna-Liisa (1922) de Teuvo Puro, que vi hace unos años en Pordenone.

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Reseñas exprés: Le Diamant Noir (1913) de Alfred Machin, The Whip (1917) de Maurice Tourneur y Napoleon auf St. Helena (1929) de Lupu Pick

Amigos lectores, como supondrán este Doctor no comenta aquí todas las películas mudas que ve en su día a día. Hay muchas que no le dejan gran poso o que sencillamente no le inspiran lo suficiente como para dedicarles una reseña completa. Pero hace poco tuve la idea de que quizá a mis queridos lectores les resultaría útil leer igualmente sobre ellas, aunque fuera una opinión más breve, en la línea de lo que se lleva en estos tiempos de críticas-telegrama. De modo que como experimento he decidido hacer un post de «reseñas exprés» en que hablaré de dos o tres filmes mudos que no me han inspirado para dedicarles un post completo, pero que igualmente creo que pueden ser interesantes para mis lectores por varios motivos.

Esto no sustituirá mis reseñas en el formato habitual, pero si veo que funciona quizá lo repita en alguna que otra ocasión en que tenga dos o tres películas a las que me apetezca dedicarle «solo» un par o tres de párrafos. Sin más dilación, aquí van las tres de hoy:

Le Diamant Noir (1913) – Alfred Machin

Una película del belga Alfred Machin siempre es objeto de interés de este Doctor, pero he de reconocer que el mediometraje Le Diamant Noir (1913) me ha supuesto una decepción. La premisa es como sigue: Ogier, el secretaria de un barón es injustamente acusado del robo del anillo de diamantes de la hija del noble. Nunca adivinarán el verdadero culpable: una urraca que el propio Ogier se trajo a la mansión como mascota a la que le encanta robar joyas. Avergonzado por esa falsa acusación, Ogier opta por empezar una nueva vida en el Congo Belga.

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El Camino de la Fuerza y la Belleza (Wege zu Kraft und Schönheit – Ein Film über moderne Körperkultur, 1925) de Nicholas Kaufmann y Wilhelm Prager

He aquí una de las muchas curiosidades que nos reservaba el cine mudo alemán, El Camino de la Fuerza y de la Belleza (Wege zu Kraft und Schönheit, 1925), una película documental que aspira a ser un canto a las bondades del cuerpo humano y la necesidad de cuidarlo como merece. ¡Casi nada! No se asusten por lo extraño del planteamiento y sigan leyendo, porque hay mucha tela que cortar.

El Camino de la Fuerza y de la Belleza era una producción perteneciente a la división cultural de la UFA, el estudio de cine más importante de Alemania, y se englobaba dentro de lo que se conocían como «películas culturales», es decir, obras que partiendo de una finalidad didáctica mezclaban escenas documentales con otras de ficción alrededor de un tema concreto – otro ejemplo muy curioso es Gefahren der Großstadt-Straße (1924) de Toni Attenberger en que se habla sobre las normas de tráfico, algunos de los trabajos que hace la policía en su día a día y, tal y como indica el título, los peligros que nos pueden acechar en las grandes urbes. En este caso se trataba de un proyecto de Nicholas Kaufmann y Wilhelm Prager que se convirtió en un enorme éxito de taquilla en gran parte apoyado por el contexto en que se realizó. Para entenderlo hagamos antes un breve repaso a la cultura del cuerpo en la Alemania de los años 20.

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Especial Centenario Nosferatu (IV): Conde Drácula vs Conde Orlock, el vampirismo según Murnau

Este artículo forma parte de un especial dedicado al centenario del estreno de Nosferatu que incluye los siguientes posts:


Introducción: reformulando el mito de Drácula

Como ya sabemos, Nosferatu era una adaptación de la célebre novela Drácula de Bram Stoker, pero en todo caso era una versión muy libre con varias diferencias remarcables. Algunos de estos cambios pueden atribuirse a un simple intento de diferenciarse del original para esconder que no habían comprado sus derechos, pero muchos de ellos en realidad responden a algo más interesante: a una reformulación del mito del vampiro respecto a como lo planteaba Bram Stoker. ¿En qué se diferencian el Conde Orlock del Conde Drácula y qué ha aportado el primero al mito del vampiro? Veámoslo.

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Especial Centenario Nosferatu (III): Die zwölfte Stunde (1930), la versión sonorizada de Nosferatu

Este artículo forma parte de un especial dedicado al centenario del estreno de Nosferatu que incluye los siguientes posts:


Cuando el cine sonoro irrumpió a finales de los años 20 causó tal sensación entre el gran público que se convirtió en una locura. Los espectadores iban en masa a ver cualquier película que se anunciara como sonora al margen de su calidad, y en consecuencia en esos primeros años de transición los estudios de cine buscaron mil maneras de rentabilizar esa moda: desde el curioso caso de las part-talkies, en que numerosos cineastas se vieron obligados a rodar a posteriori algunas escenas sonoras en su película originalmente muda aunque no pegaran ni con cola, a varios ejemplos de cintas que se vendieron como filmes sonoros cuando en realidad tenían solo incorporados efectos de sonido sincronizados. Cualquier artimaña que justificara anunciar dicho filme como «una obra sonora» era válida.

En algunos casos se llegó incluso al extremo de hacer algo tan de mal gusto como sonorizar películas mudas. Eso fue lo que se hizo con un clásico como Nosferatu (1922), que se reestrenó en 1930 en una versión sonorizada con el título de Die zwölfte Stunde (La Duodécima Hora, es decir, la medianoche). ¿Cómo y de dónde surgió esta rareza?

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Especial centenario Nosferatu (II): Murnau y lo subliminal como forma de filmar el mal

Este artículo forma parte de un especial dedicado al centenario del estreno de Nosferatu que incluye los siguientes posts:


Por muy tópico que suene, realmente hay películas de las que descubrimos detalles nuevos a cada visionado, que tienen tanta riqueza y pequeños matices ocultos que uno nunca deja de sorprenderse de lo que dan de sí. Sin ir más lejos en mi último revisionado de Nosferatu (1922), que además pude disfrutar en pantalla grande, hubo un plano que hasta entonces me había pasado inadvertido y que me pareció tan llamativo que me ha animado a abrir este post, donde comentaré la forma como F.W. Murnau maneja el clima tan horrorífico de la película a partir de lo subliminal y lo sugerente.

El plano en cuestión tiene lugar en el tramo final de la cinta entre dos escenas. En la primera vemos como la gente del pueblo persigue a Knock, a quien creen responsable de la epidemia de peste. La siguiente es la aterradora escena en que el Conde Orlock observa el hogar de Hutter y Ellen desde la ventana de su casa, situada enfrente. En este nuevo revisionado descubrí para mi asombro que entre el plano de la gente yendo tras Knock y el plano medio de Nosferatu en la ventana hay insertado uno del mar. Dicho plano no tiene ningún contexto que lo justifique. ¿Es para dar a entender el momento del día en que nos encontramos? En tal caso, ¿por qué situarlo en mitad del mar cuando la acción ya hace tiempo que sucede en tierra? Debe haber un motivo para incluir un plano que no tiene ninguna relación entre esas dos escenas. En ningún caso puede ser un error, se ha añadido ahí con una intención concreta, ¿cuál?

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