Hace 100 años: las mejores películas de 1925

Sé que todos ustedes, fieles lectores, lo estaban esperando, ¿y quién es este Doctor para decepcionarles? Aquí va la clásica lista que les ofrecemos cada año de las mejores películas que han cumplido un siglo, es decir, las mejores películas de 1925.

A medida que nos adentramos más en la década de los años 20, más difícil se hace realizar una selección acotada de títulos y uno entra en el dilema de no querer extenderse mucho pero, al mismo tiempo, querer dejar un hueco a tantas grandes películas menos conocidas. Es por ello que en esta ocasión se ha ampliado la lista a 20 títulos. Veamos lo que nos ofrecía el mundo cinematográfico en 1920.

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Hace 100 años: las mejores películas de 1924

Ahora que tantos medios comenzarán a agobiarnos con las clásicas listas de mejores filmes del año es el mejor momento para ofrecerles la lista que realmente le interesa a la comunidad cinéfila: la de mejores películas que cumplen 100 años este 2024 o, en otras palabras, las mejores películas de 1924.

Como verán, el panorama cinematográfico mundial estaba mejor que nunca, con grandes filmes de países y estilos muy diferentes, si bien empiezan a notarse cambios respecto a años precedentes: el consabido expresionismo alemán ofrece aquí ya las últimas grandes obras del género y la escena escandinava no tardará en perder a sus dos mayores talentos. A cambio, Francia está en plena ebullición tanto en lo que respecta a las vanguardias como por una generación de cineastas que saben utilizar elementos expresivos de esos movimientos más experimentales pero adaptados a filmes narrativos. Al no querer incluir cortometrajes se quedaron fuera de mi lista títulos tan imprescindibles como Ballet Mécanique (1924) de Fernand Léger y Dudley Murphy, Entr’acte (1924) de René Clair  o Symphonie Diagonale (1924) de Viking Eggeling. No me lo tengan en cuenta, es una forma de no hacer esta selección aún más compleja.

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Películas desaparecidas: The Tower of Lies (1925) de Victor Sjöström

De entre la multitud de películas que se perdieron en la era muda, cualquiera de las que dirigió el grandísimo Victor Sjöström constituye para un servidor una auténtica tragedia ya que le considero no solo uno de los mejores cineastas de la era muda sino de la historia del cine. Aún recuerdo cuando hace años en Pordenone pudimos ver una obra suya recuperada, The Price of Betrayal (Judaspengar, 1915), hacía la que no tenía expectativas concretas y que resultó ser una grata sorpresa. Naturalmente por aquí ya hablamos de The Divine Woman (1928), su filme desaparecido más lamentado, porque nos habría brindado la oportunidad de ver a la gran Greta Garbo dirigida por su compatriota, pero hoy les propongo que lamenten conmigo la pérdida de otra cinta menos conocida, The Tower of Lies (1925).

La película suponía un reencuentro del equipo principal de la exitosísima El Que Recibe el Bofetón (He Who Gets Slapped, 1924), es decir, de Sjöström junto a los actores Lon Chaney y Norma Shearer. Pero además este filme perdido tiene un aliciente extra muy interesante, y es ser una adaptación de una novela de la escritora sueca Selma Lagerlöf, que había proporcionado el material de base para buena parte de los grandes éxitos de Sjöström y su colega Mauritz Stiller en su Suecia natal. Este filme nos podría mostrar pues cómo habría sido una adaptación de Lagerlöf al estilo Hollywood por parte de un cineasta que ya había llevado a dicha escritora a la gran pantalla en numerosas ocasiones.

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Hace 100 años: las mejores películas de 1923

¿Se pensaban que este Doctor se había olvidado de uno de los grandes clásicos de este rincón silente? ¡Para nada! Aunque un poco justos de fechas, aquí tienen el listado que todos estaban esperando: las mejores películas que cumplen 100 años, es decir, los mejores filmes de 1923. Si les parece que este año les cuesta elaborar los clásicos Top10 de mejores estrenos de 2023… ¡imagínense lo complicado que era en plena edad de oro del silente!

En 1923 Alemania seguía imponiéndose como una de las mayores potencias cinematográficas del mundo, como verán con la selección de varios títulos del listado, que van mucho más allá del ya conocido expresionismo. La otra gran potencia cinematográfica europea comprobarán que es Francia. En estos años hay innumerables ejemplos de películas que combinan una enorme sensibilidad y un sentido muy visual de la puesta en escena con las influencias de las vanguardias de la época, que se manifestaban sobre todo en cortometrajes como Le Retour à la Raison (1923) de Man Ray. Pocas cosas hay mejores en la era muda que los filmes franceses de este periodo que conjugan ambos elementos.

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El Hombre Que Ríe (The Man Who Laughs, 1928) de Paul Leni

El enorme éxito que supuso en su momento El Jorobado de Notre Dame (The Hunchback of Notre Dame, 1923) de Wallace Worsley provocó que la Universal decidiera seguir explotando esa combinación ganadora: películas de época basadas en libros conocidos con un toque algo oscuro o tétrico y protagonizadas por Lon Chaney en su prototípico papel de personaje atormentado de apariencia inquietante. La continuación lógica fue ir sobre seguro y proponer otra adaptación de Victor Hugo, cuya novela Nuestra Señora de Notre Dame ya había servido de inspiración para el filme sobre el célebre jorobado. La idea fue pues adaptar El Hombre Que Ríe, que aunque por entonces no era considerada una de sus mejores obras tenía un argumento muy idóneo para el cine y un papel hecho a medida de Lon Chaney.

Pero la propuesta inicialmente no fructificó al haber problemas para conseguir los derechos, de modo que el estudio decidió entonces apostar por El Fantasma de la Ópera (The Phantom of the Opera, 1925). Dirigida por Rupert Julian, la película partía en este caso de una novela de Gaston Leroux y tuvo tanto éxito que acabó convirtiéndose en el papel más emblemático de Lon Chaney. Pero cuando poco después el estudio por fin adquirió los derechos para El Hombre Que Ríe, Chaney ya estaba embarcado en otros proyectos, de modo que se decidió seguir adelante sin él. En su lugar se contrataría a otro de los más grandes actores de la era muda: el alemán Conrad Veidt – en algunas partes he leído que también se le propuso a Ivan Mosjoukine, lo cual tampoco sería descartable, ya que fue contratado por la Universal en esa misma época y era suficientemente versátil como para poder afrontar un papel tan difícil, pero al final éste protagonizaría un drama más convencional llamado Surrender (1927).

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Le Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2022 (II)

Crédito: Museum of Modern Art, NY / Le Giornate del Cinema Muto. Diseño gráfico: Calderini – Marchese

Bienvenidos a Ruritania

Como el principal ciclo de este año está dedicado a un concepto que creo que muchos de ustedes desconocerán, he pensado que sería interesante explicarlo lo más brevemente posible antes de entrar en materia. Ruritania es el país imaginario en que se ambienta El Prisionero de Zenda (1894) de Anthony Hope. Lo que sucede es que la novela tuvo un éxito tan espectacular que el concepto de Ruritania se acabó reutilizando en multitud de libros y películas de la época. Según el director del festival se calcula que hay al menos 200 filmes de la era muda ambientadas en dicho país, y eso teniendo en cuenta que aún se están buscando y añadiendo más a la lista.

En la novela original nunca se especifica dónde está ese extraño paraje europeo, pero enseguida acabó asociándose al territorio de los Balcanes. En aquellos años dicha zona estaba constantemente apareciendo en la prensa por sus problemas políticos, y en el imaginario popular se asociaba a un territorio que representaba la vieja Europa: belicosa, inestable y regida por monarquías a punto de caer por grupos revolucionarios. Si atraía tanto al público es porque evocaba unos tiempos teóricamente pasados para los países que habían entrado en la modernidad del siglo XX, pero también por el temor que suscitaban esos territorios. De hecho, en la mayoría de películas y libros sobre Ruritania suele ser un inglés o americano (según el caso) el que acaba involucrado en este conflicto y salva la situación. Es decir, acaba siendo el mundo moderno quien acude al rescate.

Por último hay otro factor muy importante para explicar la conveniencia de utilizar el concepto Ruritania desde el punto de vista de los productores: la comodidad de poder ambientar las películas en un país inexistente facilitaba su distribución sin miedo a ofender a nadie. Al público le gustaba y ninguna monarquía podría enfadarse porque hicieran películas sobre ellos. Era perfecto para todos.

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Los primeros trailers de la historia del cine: las diapositivas de linternas mágicas

Quizá nuestros lectores más jóvenes, que no llegaron a vivir cómo era la proyección de películas en la era muda o en las décadas inmediatamente posteriores, no sepan que en los viejos tiempos las sesiones de cine eran muy diferentes a hoy día. Por entonces la gente no asistía a la proyección de una película concreta, sino a un programa que incluía diferentes partes: unos cortometrajes previos, un largometraje barato y el plato fuerte de la noche, la película principal que todos querían ver. No solo eso, sino que a menudo la gente entraba y salía de la sala de cine a media película, sin importarle si la proyección ya había empezado. Simplemente uno llegaba, intentaba ir pillando el argumento y disfrutaba de lo que quedara de filme y lo que viniera después.

En todo caso, eso quería decir que a menudo había parones entre películas que servían además para incitar al público a comprar más palomitas o golosinas. Y para no desaprovechar esos minutos, en la era muda era frecuente que se proyectaran diapositivas en la pantalla de distinta índole. Muchas de esas diapositivas que mostraban a modo de linterna mágica eran anuncios de futuras proyecciones, que las productoras distribuían por los cines para que hicieran propaganda de sus próximas películas, y es por ello que he decidido dedicarles una entrada con una selección de algunas de las que se conservan hoy día.

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El Mago Rojo (The Last Performance, 1929) de Pál Fejös

¿Hay algo mejor que una película de finales de la era muda? ¡Sí! Una película de finales de la era muda protagonizada por Conrad Veidt. Hoy tenemos como ejemplo de la maestría de estas obras de finales del período mudo El Mago Rojo (1929) – también conocida como Magia Roja, aunque desconozco el por qué de estas absurdas traducciones del título The Last Performance, cuando el rojo creo que no juega ningún papel en la trama. En ella Veidt interpreta al famoso mago Erik el Grande, que está enamorado de su joven asistente Julie y espera casarse con ella cuando sea mayor de edad (sí, a mí también me incomoda esa premisa vista con nuestra mentalidad actual). Pero un día entra en sus vidas por accidente Mark, un hombre muerto de hambre y sin trabajo al que contrata como ayudante por caridad y que, ya lo habrán imaginado, se enamora de Julie.

Es curioso cómo algunos de los papeles que el alemán Conrad Veidt interpretó en Hollywood parecen haber sido escritos para ese otro grandísimo actor de la era muda llamado Lon Chaney. Ya en El Hombre que Ríe (The Man who Laughs, 1928) Veidt hizo un papel que habría encajado perfectamente para Chaney, con ese personaje patético con una deformidad física. Pero su rol en El Mago Rojo es literalmente puro Chaney: un hombre carismático y misterioso que trabaja en el mundo del espectáculo, el enamoramiento con una chica bonita que no puede acabar bien y esas escenas de patetismo rozando lo masoquista en que finge alegrarse porque Julie y Mark se hayan emparejado. Parece como si la Universal, para compensar que Chaney se había pasado en aquellos años a la Metro-Goldwyn-Mayer, le estuviera pasando a Veidt todos los guiones que tenían pensados para «el hombre de las mil caras».

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Especial Films Albatros (IV): los 100 rostros de Ivan Mosjoukine/Ivan Mozzhukhin

Este post forma parte de un especial dedicado al estudio Films Albatros que incluye los siguientes artículos:


«No hay nada más doloroso y desagradable que verte a ti mismo en la pantalla. La más mínima falsedad espiritual, aunque sea camuflada por la técnica, se percibe de inmediato, y eso me atormenta durante mucho tiempo».

NOTA: en este post he empleado la versión afrancesada del nombre de nuestro protagonista en lugar de su nombre original en ruso, Ivan Mozzhukhin. El motivo es simplemente que es el nombre por el que más se le suele conocer.

Tres instantáneas de la vida de Ivan Mosjoukine

Como primera toma de contacto con la compleja biografía de un actor tan prolífico y apasionante como Ivan Mosjoukine quedémonos de entrada con tres instantáneas tomadas en diferentes momentos de su carrera y un fragmento de vídeo. La primera instantánea sería en 1920, cuando desembarca en Francia huyendo de la revolución soviética con el estatus de ser la principal estrella del cine ruso. ¿Lograría hacerse un nombre en ese país o quedaría relegado a papeles secundarios como le sucedería a docenas de actores que no consiguieron mantener su caché tras verse obligados a emigrar a otra industria donde no eran tan conocidos? La segunda imagen es otro desembarco, en este caso en Estados Unidos, adonde Mosjoukine ha viajado en 1927 tras hacerse un nombre en toda Europa con la esperanza de convertirse en una de las grandes estrellas masculinas de Hollywood. Lo tiene todo a su favor: talento, físico, fama, experiencia y versatilidad. Una última instantánea, ésta perteneciente a 1939: un Mosjoukine enfermo de tuberculosis en un hospital parisino arruinado y totalmente olvidado por el público. La muerte a los 49 años del que 12 años antes era uno de los actores más famosos de Europa pasó totalmente desapercibida.

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Películas desaparecidas: La Casa del Horror (London After Midnight, 1927) de Tod Browning


Si hay una película desaparecida de la era muda que está considerada la obra perdida por excelencia es London After Midnight (1927) de Tod Browning. Pocos filmes ya inexistentes han suscitado tantos comentarios y especulaciones como éste, llegando incluso al extremo absurdo de que en páginas que permiten puntuar películas como IMdB tiene más votaciones de usuarios basadas en la reconstrucción de 40 minutos realizada a partir de los pocos fotogramas existentes que otras películas de Browning que sí pueden verse.

Resulta comprensible todo el culto que rodea a este filme porque posee los ingredientes apropiados para ello pero cabe preguntarse, ¿está London After Midnight a la altura de la leyenda que hay a su alrededor o se ha magnificado e idealizado su contenido con el paso del tiempo en base a lo poco que sabemos de ella? El Doctor Caligari, que pudo verla en su momento, espera resolver sus dudas en este post.

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