Hace 100 años: las mejores películas de 1918

Vuelve un año más el post clásico de este Doctor dedicado a las mejores películas que cumplen 100 años este 2018 para aquellos de ustedes que no recuerdan cómo fue 1918 cinematográficamente hablando o, incluso, que no habían nacido aún. No olviden por cierto que abajo del todo tienen los links a las listas de otros años.

El gran acontecimiento de 1918 como sabrán fue el fin de la desastrosa Gran Guerra, que había inspirado ya unas cuantas películas y que sirvió de base para algunos de los films que mencionamos aquí. Pero centrándonos en el cine, uno de los rasgos más interesantes de estos años es que se hacen especialmente visibles las diferencias entre aquellos cineastas que ya dominaban el lenguaje cinematográfico clásico tal y como se desarrollaría posteriormente y los que todavía tenían un estilo que hoy día nos parece más arcaico.

Esto no quiere decir que las películas de estos últimos sean peores sino que es una época apasionante por encontrarse aún a medio camino entre el estilo de cine de los años 10 y el de los años 20. Y lo más curioso es que esa diferencia de estilos no era algo que necesariamente diferenciara los grandes cineastas (Griffith, Tourneur) del resto. Tomen por ejemplo a Marshall Neilan, un notable director hoy día virtualmente olvidado que era un eficiente artesano de películas comerciales de estudio, pero no un artista excepcional o especialmente destacable. Y no obstante si ven la película suya que hemos seleccionado en esta lista comprobarán que tiene un dominio excepcional para la época del montaje, el ritmo y la puesta en escena. Por tanto no nos sirve la distinción entre el cine más artístico y avanzado, obras de artistas geniales, y el más comercial despreocupado por la forma. Y eso hace que todo sea aún más interesante.

Por otro lado, si han seguido alguno de mis tops de años anteriores se habrán dado cuenta de que hay ciertos nombres que tienden a repetirse continuamente. Eso no quiere decirse que sean los únicos cineastas a destacar de esos años, pero sí que en esa época uno nota que hay una serie de directores que destacan claramente por encima del resto. Con el cambio de década el número de cineastas y obras a destacar crecerá exponencialmente, de forma que pronto habrá que manejar un número mucho más amplio de directores.

Antes de entrar en materia en todo caso les mencionamos algunos títulos o autores que se nos han quedado fuera y bien merece ser tenidos en cuenta a la hora de repasar lo que fue 1918 cinematográficamente:

  • Un cineasta de la magnitud de D.W. Griffith era obvio que no podía mantenerse indiferente a un conflicto de la envergadura de la Gran Guerra y realizar su propia versión: Corazones del Mundo (Hearts of the World, 1918), que incluía escenas filmadas realmente en las trincheras. Pese a que técnicamente es prodigiosa, a nivel de contenido no consigo entrar del todo en ella. Son muchas las películas de la época que comparten esa visión tan sesgada de los alemanes como bárbaros sedientos de sangre, pero en este caso la combinación entre los valores del melodrama victoriano típico de Griffith (encarnados por la siempre virginal Lillian Gish) y la brutalidad de la guerra creo que no acaban de encajar.

  • Dos de las actrices más populares de la época protagonizaron algunos de los films más exitosos de este año. En Estados Unidos la actriz de comedia Mabel Normand arrasó con su largometraje Mickey (1918), que de hecho se convirtió en la película más taquillera de 1918 en su país; mientras que en Alemania Pola Negri se convertía en una estrella internacional con obras como Carmen (1918), dirigida por un ex-actor llamado Ernst Lubitsch al que también le auguramos un futuro prometedor. De hecho ambos acabarían emigrando a Hollywood en breve.
  • Aunque la temprana muerte del formidable Yevgeni Bauer el año anterior dejó a Rusia sin su mejor cineasta, todavía había algunos nombres importantes ofreciendo obras lo suficientemente remarcables como para acabar con el tópico de que no había cine interesante antes de la URSS. Este año es el caso del director y actor Pyotr Chardynin con su trágica Calma, Tristeza, Calma (Molchi, Grust, Molchi, 1918) y de Yakov Protazanov, que tendría una interesantísima carrera en la era soviética, con El Padre Sergio (Otets Sergiy, 1918).

  • No podemos dejar de mencionar una de las mayores curiosidades de ese año: un filme danés de ciencia ficción titulado Viaje a Marte (Himmelskibet, 1918) cuyo argumento pueden deducir fácilmente por el título. Aunque al final acaba derivando en una parábola pacifista (los marcianos no son extraños seres con antenas sino una civilización más avanzada que, mucho me temo, convencerán a nuestros protagonistas de las bondades de vivir en hermandad) sigue teniendo multitud de imágenes muy evocadoras.

Y ahora sí, he aquí la selección de diez títulos de 1918 que les ofrece el Dr. Caligari:

10) Folkets ven (Holger-Madsen)

El danés Holger-Madsen sigue siendo uno de los nombres más interesantes de la segunda mitad de los años 10, desenvolviéndose con soltura en géneros más espectaculares como la ciencia ficción (vean el título espacial mencionado hace un momento) y en dramas como Folkets Ven, inspirado en la realidad social y política de la época, con la revolución soviética en plena ebullición y el auge de los movimientos de izquierdas en diversos países europeos.

La trama nos contrapone a tres hermanos de ideología similar pero que discrepan totalmente en los métodos a emplear: uno cree que los cambios sociales deben conseguirse mediante la legalidad, los otros dos creen que el único método es emplear la violencia. Con un mensaje de fondo más bien conservador, Folkets ven es un reflejo muy interesante de los conflictos políticos de esos años y funciona además como drama familiar en que el propio director se reserva el papel de uno de los hermanos.

9) Stella Maris (Marshall Neilan)

En Stella Maris parece que a Mary Pickford no le parecía suficiente interpretar a una jovencita desgraciada de buen corazón así que decidió interpretar a dos: una niña paralítica y una huérfana injustamente maltratada (en realidad da la sensación de que haya querido apropiarse también del papel de la niña más feucha interpretada por ZaSu Pitts que le daba la réplica en The Little Princess). El punto de partida realmente no es muy prometedor para nuestros gustos actuales (que no los de la época: fue uno de los mayores éxitos de taquilla del año), pero hay aspectos de sobra que redimen al film de su excesiva tendencia al melodrama.

En primer lugar está la realización de Marshall Neilan que, como dije más arriba, es una maravilla. En segundo lugar, la historia fluye con bastante agilidad y se hace entretenida con algunas ideas interesantes que van surgiendo a lo largo del metraje (por ejemplo los intentos de aislar a la protagonista de la dura realidad del mundo exterior). Pero sobre todo el principal atractivo de la película es la propia Mary Pickford. Está absolutamente increíble en su doble papel, hasta el punto de que si no nos lo avisaran los créditos iniciales no nos creeríamos que ella también interpreta a la huérfana. Y no es solo la caracterización, sino la forma de actuar, la gestualidad, las expresiones… realmente da vida a un personaje totalmente distinto. De hecho viéndola en este doble papel uno no puede evitar lamentarse de que no se hubiera atrevido a llevar una carrera más variada alejada del tipo de papeles que solían asociarse a ella.

8) La Décima Sinfonía (La Dixième Symphonie, Abel Gance)

En La Décima Sinfonía se combinan dos historias: está el melodrama, en que una mujer con un oscuro pasado intenta evitar que su querida hijastra cometa un imperdonable error, y está la reflexión sobre la creación artística, en que el marido de la protagonista, creyéndose equivocadamente engañado por ésta, saca de este hecho la inspiración para una gran composición musical.

Es cierto que aquí el gusto de Gance por lo grandilocuente hace que la película en más de una ocasión roce lo excesivo (en cierto momento el marido agradece a la protagonista que le haya hecho tanto daño porque el dolor ha fomentado su creatividad), pero realmente es innegable que Gance tenía un enorme talento para la puesta en escena y además se permite algunos pequeños toques bastante originales y creativos. Dicho sea de paso, ya en una obra tan temprana se nota su incontenible vanidad apareciendo su rostro en los créditos finales (años después no se contendría y aparecería ya en los créditos iniciales e incluso en el título de la película).

7) El Mejor Hijo de Thomas Graal (Thomas Graals bästa barn, Mauritz Stiller)

Victor Sjöstrom tiene el honor de aparecer dos veces en nuestra lista: una como actor y otra como director. En el primer caso nos lo encontramos en esta simpática comedia de Mauritz Stiller, el otro gran nombre de la cinematografía muda escandinava, que es la secuela de otra película titulada La Mejor Película de Thomas Graal (Thomas Graals bästa film, 1917), bastante inferior a la que nos ocupa en mi opinión.

El gran punto fuerte de la película es la eficaz pareja protagonista (ella es Karin Molander, una de las grandes actrices de la época) y el don que tienen ambos para la comedia, que le da un tono más ágil respecto a otras películas humorísticas burguesas de por entonces que a día de hoy parecen un tanto acartonadas. Efectivamente, el cine sueco silente no se dedicaba exclusivamente a los grandes dramas…

6) Riders of the Night (John H. Collins)

Una de las películas que descubrí de este interesante director en el festival de Pordenone de hace dos años. Asociado con su mujer, la excelente actriz Viola Dana, John H. Collins es uno de los cineastas americanos a reivindicar de la segunda mitad de los años 10. Su temprana muerte en 1918 (no tenía ni 30 años) nos obliga a especular sobre si su carrera habría mantenido el nivel en el cambio de década, pero las pocas obras suyas que he visto lo confirman como un excelente realizador.

La obra que nos ocupa parte de un argumento típicamente melodramático (la adorable Viola Dana debe casarse contra su voluntad con un tipo poco aconsejable) para hacer un retrato muy cuidado de la América rural y, al final, acabar tirando con mucha eficacia hacia el género del suspense. Muy aconsejable.

5) El Barranco del Diablo (Hell Bent, John Ford)

He aquí otra de las muchas películas que John Ford rodó con el actor de western Harry Carey en sus inicios como director. El Barranco del Diablo arranca con un prometedor prólogo en que se pide al escritor de la historia que nos muestre a un protagonista creíble, y no el típico héroe inmaculado sin defectos. Dicho y hecho: una de las principales virtudes de este film es que a su protagonista, aun teniendo un corazón noble, no le faltan defectos (más concretamente una afición excesiva al alcohol y un trato poco caballeresco a las chicas).

Otros puntos a su favor son algunos pequeños toques sentimentales en relación a la amistad que une a los dos protagonistas (cuando Harry se va con la chica, se hace triste ver cómo el otro borrachín añora lo bien que cantaba juntos) y el excelente uso de exteriores (algo especialmente remarcable en la escena final en el desierto con algún punto en común con el final de Avaricia (1924) de Stroheim).

4) Vendémiaire (Louis Feuillade)

No se equivoquen, la mejor película sobre la I Guerra Mundial filmada en la época del conflicto no es Corazones del Mundo (1918) de Griffith, sino Vendémiaire (1918) – seguida muy de cerca, en otro registro radicalmente distinto, por Armas al Hombro (1918) de Chaplin. Aunque se suele asociar a Louis Feuillade con sus célebres seriales – ese mismo año sin ir más lejos realizó uno de doce capítulos titulado Tih Minh (1918) – lo cierto es que largometrajes como éste nos demuestran lo poco que se ha explorado su carrera más allá de este género.

Vendémiaire es una película realmente sorprendente por su retrato tan realista de la vida en los viñedos del sur de Francia y por la complejidad de su trama (en que se entremezclan diversas subtramas y personajes), que además nos muestra cómo se vivió la Gran Guerra en la retaguardia y cómo el conflicto también afectó a la población civil. Una película ciertamente a reivindicar.

3) El Pájaro Azul (The Blue Bird, Maurice Tourneur)

A estas alturas nuestros seguidores más antiguos ya sabrán que Maurice Tourneur es una presencia casi obligada en mis listas de mejores películas de los años 10, y este año no iba a ser una excepción. Si por algo destacaba Tourneur era por el absoluto cuidado que ponía a la puesta en escena, siendo uno de los primeros grandes cineastas en aprovechar el aspecto pictórico de sus obras pero al mismo tiempo sirviéndose de las posibilidades del medio y dándoles un aspecto cinematográfico, y no el de una pieza teatral filmada.

La versión de un cuento infantil como El Pájaro Azul indudablemente se prestaba a que Monsieur Tourneur se desatara en su faceta más pictorialista y evocadora, y en ese sentido es la película que explota más esa faceta suya entre las que he visto. Si uno entra en el juego (algo necesario, puesto que se trata de una película infantil), El Pájaro Azul es un festín de todo tipo de planos bellísimos e imaginativos, hasta el punto de que la trama acaba siendo casi una excusa para que Tourneur nos deleite con toda su inventiva. No es por ello una película meramente visual vacía de contenido, de hecho se nota el cariño que hay hacia los dos niños protagonistas y la voluntad de mantener el espíritu de cuento.

2) Vida de Perro (A Dog’s Life, Charles Chaplin)

¿Qué decir a estas alturas de alguien como Chaplin? Si bien la película más recordada de su primer año en la First National es Armas al Hombro, yo me decanto por Vida de Perro. En este film Chaplin decidió compartir el protagonismo con un perro que le servirá de aliado de cara a sus aventuras, siendo en ese sentido un pequeño precedente de la posterior El Chico (1921).

Pero a diferencia de esa película posterior, aquí Chaplin todavía no ahonda en la faceta más sentimental del argumento, siendo su compañero canino una especie de alter ego perruno del propio Charlot (ambos son callejeros) que da pie a numerosos gags memorables, como la escena en que el protagonista intenta colarlo en un restaurante. Nótese también cómo fue a partir de este año cuando el cineasta decidió filmar menos películas al año pero más largas y cuidando cada vez más los detalles, haciendo gala de un perfeccionismo que posteriormente llegaría a cotas inimaginables. Indudablemente Chaplin se tomaba cada vez más en serio su trabajo.

1) Los Proscritos (Berg-Ejvind och hans hustru, Victor Sjöstrom)

Por segundo año consecutivo, Victor Sjöstrom lidera la lista con una de sus grandes obras tanto como director como protagonista. Los Proscritos es una de las películas que mejor ejemplifica los rasgos que suelen asociarse a la cinematografía escandinava de la época: la madurez y profundidad a la hora de retratar sus personajes y el uso de los entornos naturales no como un mero escenario sino como un elemento dramático más perfectamente integrado en la trama.

Dividida en dos partes claramente diferenciadas, la primera se centra en los conflictos entre personajes que tienen lugar en un paraje rural y la segunda apuesta ya abiertamente por un estilo más romántico, que es donde la película alcanza sus mejores momentos. Una obra esencial.

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